María Aranzazu Puente Bustindui | 13/08/2024 | 00:21
Estimadas y estimados amigos de plano informativo, la democracia mexicana se enfrenta a uno de sus mayores desafíos en años recientes con la amenaza de la sobrerepresentación en el Congreso Federal. Morena y sus aliados, con el 57% de los votos obtenidos en las últimas elecciones legislativas, buscan adjudicarse el 74% de los diputados, con el objetivo de consolidar una mayoría calificada de manera artificial. Este movimiento, basado en interpretaciones tramposas de la ley, pone en riesgo el equilibrio democrático y la representación justa que debería prevalecer en el sistema político del país.
Es alarmante observar cómo desde el propio Ejecutivo se ejerce presión política para moldear el Congreso a su conveniencia. Recientemente, la Secretaría de Gobernación apareció en una conferencia "mañanera" explicando su particular definición del Congreso, una situación inédita que refleja la intención del gobierno de influir en decisiones que deberían ser autónomas. El Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) son las instituciones encargadas de definir estas cuestiones, y su independencia se ve comprometida ante tales embates.
El presidente López Obrador, en una aparente paradoja, clama por el respeto a la ley mientras ataca continuamente a la oposición y a los organismos públicos autónomos. Este doble discurso, en el que se defiende la legalidad solo cuando conviene a los intereses del partido en el poder, socava la confianza en las instituciones democráticas. La burla constante hacia quienes defienden la democracia y la crítica desmedida a las instituciones autónomas generan un ambiente de polarización y desconfianza.
Lo curioso y preocupante es que el presidente, que ha sido un crítico acérrimo de la corrupción y la manipulación del poder, ahora recurre a estrategias cuestionables para consolidar su influencia y la de su partido. Esta contradicción no solo mina su credibilidad, sino que también pone en entredicho el compromiso del gobierno con los principios democráticos que prometió defender.
Ante este panorama, surge una pregunta inquietante: ¿quién podrá resistir el embate institucional desde la presidencia y defender la legalidad y la representación justa en el Congreso? La presión ejercida por el poder ejecutivo es inmensa, y la integridad de nuestras instituciones está en juego. Es crucial que los consejeros del INE y los magistrados del TEPJF mantengan su independencia y se apeguen a la legalidad, a pesar de las presiones externas.
La fortaleza de una democracia se mide, en parte, por la capacidad de sus instituciones para resistir la interferencia y mantener su autonomía. En este sentido, confiar en nuestras instituciones es fundamental. Los consejeros del INE y los magistrados del TEPJF tienen la responsabilidad de proteger la democracia y garantizar que la representación en el Congreso sea un reflejo fiel de la voluntad popular, no de interpretaciones ventajosas de la ley.
La sobrerepresentación que busca imponer Morena no solo es una injusticia hacia los votantes, sino también un atentado contra los principios democráticos. La distribución equitativa del poder legislativo es esencial para mantener el equilibrio y evitar el autoritarismo. La ciudadanía debe estar vigilante y exigir que sus representantes actúen con integridad y transparencia.
En última instancia, la democracia mexicana saldrá fortalecida si logra superar esta prueba. La capacidad de nuestras instituciones para resistir la presión política y defender la legalidad será un testimonio de su fortaleza y su compromiso con los valores democráticos. Aunque los desafíos son grandes, la esperanza reside en la integridad y el profesionalismo de quienes están al frente de nuestras instituciones autónomas.
Confiemos en que, a pesar de los intentos de manipulación y los discursos contradictorios, la justicia y la representación equitativa prevalecerán. México merece un Congreso que refleje verdaderamente la diversidad y la voluntad de su población, y no una mayoría artificial creada a través de maniobras legales cuestionables. La defensa de la democracia es una tarea continua y compartida, y cada ciudadano tiene un papel crucial en esta lucha.
Muchas gracias por su atención y lectura. Nos leemos en quince días.
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