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La Ciudad Inteligente

Fernando Rodríguez | 07/08/2024 | 14:19

En esta compleja tarea del diseño de las ciudades, ¿hacia dónde vamos? ¿Qué principios rigen el diseño de políticas e inversiones urbanas? Aunque la utopía de la ciudad perfecta sea inalcanzable por estar en constante evolución, si pudiéramos trazar hacia dónde dirigirnos. Después de explorar anteriormente el concepto de "ciudad suave", hoy nos adentramos en otro ideal urbano que ha tomado relevancia en los últimos años: la ciudad inteligente o la "Smart City".

La ciudad inteligente promete eficiencia administrativa, la seguridad y la gestión óptima de servicios y recursos mediante la tecnología, la Big Data, entre otras cosas. Sin embargo, el alcance de este concepto va más allá de eso. La inteligencia urbana también trata de la capacidad de una ciudad para resolver los problemas de sus ciudadanos con innovación. ¿Pero qué hay de la capacidad de los propios habitantes para abordar sus desafíos? ¿Cómo una ciudad inteligente puede constituirse de “ciudadanos inteligentes”?

Aquí es donde la accesibilidad a la información y las herramientas abiertas y participativas cobran relevancia. Una ciudad verdaderamente inteligente empodera a sus ciudadanos e instituciones con conocimiento profundo y capacidad de acción, con plataformas y espacios accesibles que poseen información basada en datos comprensibles. Como bien dice el dicho: es mejor trabajar inteligentemente que arduamente. ¿Qué tanto se facilita el actuar de los ciudadanos?

Una ciudad inteligente, más allá de sincronizar semáforos y hacer reportes urbanos desde apps, adopta políticas de gobierno abierto que aseguran transparencia a la información y rendición de cuentas. Este ideal de ciudad facilita la cooperación y comunicación entre diversos actores, incluyendo gobiernos, empresas, instituciones educativas y ciudadanos. Asimismo, integra prácticas sostenibles que minimicen el impacto ambiental y promuevan la regeneración urbana, desarrollando infraestructuras verdes y soluciones para la eficiencia energética, la reducción de emisiones y la conservación de recursos naturales.

Más aún, derivado de este emerge el concepto de "ciudad sabia". Que además de utilizar tecnología para optimizar servicios y recursos urbanos para resolver problemas eficientemente; coloca a los ciudadanos en el centro de las decisiones. Se enfoca en la sostenibilidad ambiental, social y cultural, se basa la participación ciudadana activa y fomenta la colaboración con universidades para la continua creación y actualización del conocimiento urbano.

La ciudad sabia integra valores históricos y culturales con la innovación, asegurando que las soluciones sean no solo inteligentes, sino también prudentes, justas y adaptadas a la identidad de las comunidades. Prioriza la calidad de vida, la inclusión social y la cohesión, creando un entorno verde y acogedor donde todos, incluidos los más vulnerables, contribuyen al bienestar colectivo.

La ciudad inteligente no es solo una colección de dispositivos tecnológicamente avanzados, sino un ecosistema que utiliza la inteligencia colectiva, que aprende, se adapta y evoluciona con sus habitantes para crear entornos más eficientes, sostenibles, inclusivos y resilientes.

Fernando Rodríguez Román