San Luis Potosí, SLP.- El pasado 26 de noviembre de 2010 se anunció con bombo y platillo la inauguración de lo que sería un complejo urbano novedoso, funcional y atractivo para los potosinos.
A más de tres años de distancia, los 70 metros de ancho y los 840 de longitud han servido para poco y nada. Es común ver las puertas abiertas en el horario establecido de 06.00 a 18.00 horas de martes a domingo, sin embargo, nadie o casi nadie acude a este centro a realizar alguna actividad deportiva, créamelo, nadie.
De nada han servido todos los “atractivos” con los que cuenta: la trotapista de mil 100 metros; los juegos infantiles; el gimnasio al aire libre; las mesas para picnic; las áreas sombreadas; el espacio de especies vegetales -con 33 diferentes árboles-; los 74 cajones de estacionamiento, 4 para discapacitados y 2 para autobuses urbanos, además de las 15 esculturas industriales.
Aunado a ello, el acceso a este parque es prácticamente imposible. Si no se vive en alguno de los fraccionamientos aledaños, llegar hasta este sitio es una auténtica odisea.
Para empezar, ni siquiera hay las suficientes unidades del transporte público para llegar hasta ahí, y las que existen, pasan cada hora y sólo en ciertas vialidades de la ciudad.
No conforme con ello, los habitantes del Fraccionamiento Villa Magna (ubicado frente al parque) tienen que cruzar todo el Periférico para llegar, exponiéndose a los riesgos que conlleva el cruzar esta vía rápida en la que los vehículos circulan a cerca de 100 kilómetros por hora.
“El parque es una magna obra que viene a incrementar los atractivos de la ciudad y las áreas de esparcimiento para las familias potosinas”, se presumió en un principio. Hasta ahora, ni ha servido como atractivo de la ciudad ni como lugar para el esparcimiento de las familias.
