El Club Deportivo Guadalajara enfrenta una encrucijada que amenaza con dinamitar la planeación deportiva de Gabriel Milito para el Clausura 2026. A pesar de que el cuerpo técnico ha sido claro al no incluir en sus planes a tres de los nombres más mediáticos del plantel, la realidad financiera del fútbol mexicano ha puesto un freno de mano a sus salidas: Alan Mozo, Erick Gutiérrez y Alan Pulido están atrapados en una "jaula de oro".
De acuerdo con información revelada por el periodista David Medrano, los tres futbolistas han sido formalmente descartados por Milito, al grado de no haber sido considerados para realizar la pretemporada con el primer equipo. Sin embargo, lo que parecía una simple gestión de bajas se ha convertido en un "problemón" administrativo para la directiva rojiblanca.
El interés por los jugadores existe; el mercado reconoce su calidad, pero retrocede ante sus contratos. La principal barrera no es el costo de transferencia, sino los salarios percibidos por los llamados "peces gordos".
"Chivas los ha ofrecido a varios equipos y a todos les interesa, sin embargo, no le pueden llegar al tema económico", señaló Medrano.
Las cifras resultan prohibitivas para la clase media de la Liga MX. Los tres futbolistas perciben ingresos superiores al millón de dólares anuales, lo que se traduce en nóminas mensuales que oscilan entre 1.8 y 2 millones de pesos. En un mercado que busca la sostenibilidad, son pocos los clubes que pueden absorber tales cifras sin desestabilizar sus propias finanzas.
Ante este escenario, la directiva encabezada por la estructura deportiva de Chivas tiene solo tres cartas sobre la mesa, ninguna de ellas ideal:
El milagro del "Big Five": Esperar a que uno de los equipos con mayor poder adquisitivo del país (como Tigres, Monterrey o América) decida apostar por alguno de ellos y absorber el 100% de la ficha.
Coparticipación salarial: Para que un equipo de menor presupuesto acepte el traspaso, Chivas tendría que acceder a pagar un porcentaje del sueldo del jugador mientras este milita en otro club, una práctica común pero dolorosa para las arcas de la institución.
La reintegración forzada: Si ninguna de las anteriores sucede, Milito se verá obligado a reintegrarlos al equipo, teniendo a tres de los jugadores más caros de la nómina entrenando por separado o siendo utilizados a regañadientes, algo que podría afectar el ecosistema del vestuario.
El reloj corre y el Clausura 2026 está a la vuelta de la esquina. Lo que es seguro es que el Guadalajara está pagando hoy el precio de los contratos del pasado, en un mercado donde el talento sobra, pero el presupuesto para mantenerlo escasea.