El duelo en Montilivi dejó una montaña rusa de emociones, polémicas, tensiones y un cierre dramático que cambió por completo el panorama de LaLiga. En un partido vibrante de inicio a fin, el Real Madrid dejó escapar puntos fundamentales y el Barcelona terminó convirtiéndose en el nuevo líder del campeonato. La afición estalló cuando el árbitro señaló el final: “¡¡Se acabó, se acaboooooo!!” retumbó entre los comentaristas al confirmarse que el Madrid pinchaba en un encuentro lleno de altibajos.
Desde el primer minuto, la presión alta del Girona complicó al conjunto de Xabi Alonso. Con un bloque compacto, líneas muy juntas y velocidad en las transiciones, los locales incomodaron al Madrid, que pese a dominar largos tramos no encontraba caminos claros hacia la portería de Gazzaniga. El primer tiempo estuvo cargado de tensión: pérdidas constantes, duelos físicos, desbordes de Vinicius y un Mbappé muy participativo, aunque sin claridad en la definición.
El momento más polémico llegó al minuto 43, cuando un gol del francés fue anulado tras una revisión del VAR que detectó mano del delantero en medio de un rebote caótico. La acción, que pudo significar el 0-1, terminó convirtiéndose en el preámbulo del golpe más duro para el Madrid. Apenas unos minutos después, Ounahi firmó un golazo al ángulo tras una jugada elaborada del Girona. Montilivi explotó y el partido cambió por completo su ritmo.
En la segunda parte, el Madrid salió enchufado y encontró el empate con un penalti claro sobre Vinicius que Mbappé transformó con frialdad. A partir de ahí, el conjunto blanco se volcó al ataque con un asedio constante: remates de Vini, cabezazos de Militao, disparos de Rodrygo y un Mbappé insistente que rozó el gol en la última del partido. Sin embargo, Gazzaniga fue una muralla y el Girona se defendió con corazón.
Los últimos minutos fueron pura tensión: Courtois rozó el error, Vinicius perdió un balón clave que casi termina en el 2-1, y finalmente Mbappé tuvo la oportunidad más clara en el 94’, un disparo ajustado que pasó rozando el poste. El grito de desesperación se sintió en todo Montilivi.
Con el pitazo final, el empate dejó al Madrid sin el liderato y permitió que el Barcelona tomara la cima del campeonato. Un partido frenético, impredecible y con sabor a título, donde cada jugada pareció determinante. Montilivi celebró, el Madrid lamentó y LaLiga volvió a encenderse.