El Santos FC vivió este miércoles una noche cargada de emociones encontradas. Neymar, su hijo pródigo y figura más mediática, volvió a marcar un gol con la camiseta albinegra por primera vez desde el 4 de agosto de 2025, cuando había firmado un doblete ante Juventude. Su tanto tempranero en el minuto 4 devolvió la ilusión a la Vila Belmiro y pareció anunciar un partido redondo para el “camisa 10”. Pero el guion cambió por completo: el mismo Neymar que adelantó al Peixe terminó provocando un penal que permitió al Mirassol rescatar un empate 2-2 en la jornada 34 del Brasileirao.
Con la presión acumulada por más de 100 días de inactividad por lesiones y un Santos peleando la permanencia, la actuación de Neymar se convirtió en un símbolo de la temporada: destellos de genialidad mezclados con errores que pesan demasiado para un equipo que juega contra el reloj. En la grada, los más de 14 mil aficionados que llenaron la Vila Belmiro vivieron un partido que pasó del éxtasis a la frustración en cuestión de minutos.
Aun así, el regreso al gol del astro es una noticia que el santista necesitaba. Desde su retorno en enero de 2025 al club donde debutó profesionalmente, Neymar no había podido encadenar ritmo ni continuidad, condicionado por lesiones musculares y recaídas que lo mantuvieron marginado durante gran parte del año. Este encuentro representaba, por fin, la oportunidad de mostrar que aún tiene herramientas para liderar al equipo en un momento crítico.
Neymar vuelve a gritar gol en la Vila: un regreso esperado desde agosto
El tanto de Neymar llegó apenas comenzando el partido. Tras un saque de esquina del Mirassol, Santos armó un contragolpe perfecto que el 10 culminó con un toque sutil. Fue su primer gol con el Peixe desde el doblete del 4 de agosto contra Juventude, una sequía prolongada por lesiones y por la irregularidad del equipo durante los meses siguientes.
El gol generó un delirio inmediato y un suspiro de alivio. Neymar necesitaba volver a aparecer en el marcador no solo por confianza personal, sino porque Santos depende de su talento para escapar del descenso. Sus celebraciones, aunque contenidas, reflejaron el peso emocional de ese momento.
A lo largo del primer tiempo, Neymar mostró destellos de su repertorio: conducción, regates cortos, cambios de ritmo. También encendió las alarmas cuando pidió atención médica por un mal apoyo, aunque finalmente pudo continuar sin mayores complicaciones.
De héroe a villano: un penal que cambió todo
La segunda mitad trajo el contraste. En una jugada dentro del área, Neymar llegó tarde a un balón dividido y terminó trastabillando a Reinaldo. El árbitro no marcó nada, pero el VAR lo llamó para revisar el contacto. Tras observar la repetición, decretó penalti. El propio Reinaldo convirtió y firmó el 2-2, un golpe durísimo para un Santos urgido de puntos.
Neymar intentó recomponer su noche con una falta peligrosa desde larga distancia que exigió un manotazo del arquero Walter, pero no alcanzó. El partido terminó en empate y, al pitido final, el 10 permaneció varios minutos dialogando con el árbitro, visiblemente inconforme.
Para Santos, el resultado fue especialmente doloroso. Con 37 puntos y a falta de cuatro jornadas, el equipo se mantiene solo un punto por encima de la zona de descenso que lidera Vitória. Cada error pesa como una losa, y cada punto perdido complica aún más la permanencia.