Italia, la segunda nación más ganadora en la historia de los Mundiales, cumple ya 11 años sin participar en una Copa del Mundo. Peor aún: no supera una fase de grupos desde hace 19, cuando levantó su último trofeo.
Un dato que parece increíble, pero que sigue repitiéndose con resignación entre los aficionados. El derrumbe de una selección tan legendaria y poderosa como la Azzurra aún cuesta explicarlo. Ni siquiera el título de la Euro 2020 logró revertir la tendencia, y hoy, la pesadilla amenaza con prolongarse un ciclo más.
A días de cerrar las Eliminatorias de la UEFA rumbo al Mundial 2026, el panorama es delicado. Bajo el mando de Gennaro Gattuso, Italia marcha segunda en el Grupo I, tres puntos por debajo de Noruega y seis por encima de Israel, que ya no puede alcanzarla. El problema es que el último duelo será precisamente ante los noruegos, quienes ya los golearon 3-0 en junio.
La esperanza italiana pasa por ganar el jueves a Moldavia, colista con un punto, y confiar en que Noruega tropiece ante Estonia. Pero incluso si igualan en unidades, la diferencia de goles favorece ampliamente a los escandinavos: +26 contra +10. En otras palabras, si se cumplen los pronósticos, el primer lugar parece sentenciado.
El repechaje asoma como tabla de salvación, aunque para Italia esa palabra evoca sus peores recuerdos. Por esa vía se quedó fuera de los Mundiales de 2018 y 2022.
Primero, en una serie ante Suecia en 2017, cuando la imagen de Daniele De Rossi discutiendo con Giampiero Ventura por no incluir a Insigne se volvió símbolo del desastre. Luego, en 2022, la tragedia se repitió ante Macedonia del Norte, con un gol agónico de Aleksandar Trajkovski que los eliminó de nuevo.
Pese a que el Mundial ahora contará con 48 equipos, el formato de repechaje sigue siendo el mismo: cuatro minitorneos de eliminación directa entre 16 selecciones. Si Italia no logra ganar su grupo, deberá superar dos partidos consecutivos a vida o muerte para volver al torneo que más la obsesiona. Un nuevo tropiezo sería un golpe devastador para toda una generación.
El propio Gattuso lo sabe. “Si logro la clasificación, me atribuiré el mérito; si no, me iré a vivir lejos de Italia”, dijo entre risas, aunque con cierta verdad detrás. Su nombramiento no fue recibido con gran entusiasmo tras la salida de Luciano Spalletti, pero ha conseguido mantener al equipo competitivo.
Después de un sufrido 5-4 ante Israel, los italianos encadenaron triunfos más sólidos, incluido un 3-0 en la última fecha FIFA. Gattuso no busca revoluciones tácticas, sino simpleza: colocar a los mejores en sus puestos naturales y fortalecer la confianza del grupo.
Italia sigue contando con una base talentosa: Gianluigi Donnarumma en el arco, Alessandro Bastoni, Giovanni Di Lorenzo y Riccardo Calafiori en la defensa, y un mediocampo de jerarquía con Nicolò Barella y Sandro Tonali. En ataque, el argentino nacionalizado Mateo Retegui parece, por fin, el delantero que tanto buscaban.
Si Noruega llega con ventaja al cierre en San Siro, Italia tendrá que mostrar su mejor versión ante un rival que presume a Martin Ødegaard y Erling Haaland, dos de los jugadores más determinantes del continente.
Y si el destino los empuja otra vez al repechaje, deberán apelar a la fortaleza mental que tantas veces caracterizó a su historia para evitar una tercera ausencia consecutiva en el escenario donde más brilla el color azul.