Hace 20 años, México vivió un momento histórico: la Selección Sub-17 conquistó el título mundial en Perú 2005, con jóvenes como Carlos Vela, Giovani dos Santos, Héctor Moreno, Patricio Araujo, Adrián Aldrete y Efraín Juárez, que se perfilaban como futuras estrellas del futbol. Sin embargo, dos décadas después, la historia de esa generación ha tenido caminos muy distintos.
De aquel equipo, solo Héctor Moreno y Efraín Juárez permanecen vinculados al futbol de primer nivel. Moreno desarrolló una sólida carrera en Europa jugando en clubes como AZ Alkmaar, Espanyol, PSV, Roma y Real Sociedad. Actualmente dirige a los Pumas, regresando a la institución que lo formó. Por su parte, Efraín Juárez, tras una carrera con Pumas, Celtic, Zaragoza, América y Monterrey, se ha consolidado como entrenador y asistente internacional.
Otros jugadores destacados en Perú 2005 tuvieron trayectorias muy distintas:
Carlos Vela brilló en Europa y la MLS, pero su relación con la Selección mexicana fue irregular; anunció su retiro en 2025.
Giovani dos Santos alternó Europa y América, pero tras salir del club capitalino en 2021, prácticamente desapareció del radar profesional.
Adrián Aldrete cerró su carrera con más de 500 partidos en Primera División.
Patricio Araujo no logró consolidarse y terminó participando en realities y torneos amateurs.
Ever Guzmán, héroe en la final de Perú, terminó en ligas menores en Estados Unidos.
César Villaluz transitó entre lesiones y clubes de bajo perfil, jugando actualmente en circuitos alternativos.
Omar Esparza se retiró tras pasos por equipos menores y la Liga de Balompié Mexicano.
Sergio Arias, portero titular, nunca se consolidó y ahora participa en proyectos de formación.
El título de Perú 2005 fue un milagro colectivo, pero evidenció que el talento juvenil necesita acompañamiento constante. La mayoría de los jugadores no alcanzaron la elite, mientras algunos lograron consolidarse y otros encontraron nuevos roles dentro del futbol. La historia de esta generación sirve como recordatorio de que la constancia, el profesionalismo y la gestión de carreras marcan la diferencia entre promesa y legado.