No hubo provocaciones ni empujones en la celebración de Noah Lyles tras conquistar de nuevo los 200 metros. Solo levantó cuatro dedos hacia el cielo, uno por cada título mundial que ya presume en su prueba favorita.

Con un tiempo de 19.52 segundos, Lyles superó a Kenny Bednarek en la recta final e igualó la marca histórica de Usain Bolt en Mundiales sobre la media vuelta al óvalo. A diferencia del cruce lleno de tensión en el campeonato de EE.UU., esta vez el estadounidense festejó con calma, mirando a la cámara y gritando: “¡Son cuatro!”.

En el mismo escenario, Melissa Jefferson-Wooden hizo historia al completar el doblete 100-200, algo que no lograba una estadounidense desde Shelly-Ann Fraser-Pryce en 2013. Con un registro de 21.68 segundos, superó ampliamente a la británica Amy Hunt.

El podio masculino lo completaron el jamaicano Bryan Levell y el botsuano Letsile Tebogo, mientras que Bednarek deberá esperar revancha, quizá como compañero de Lyles en el relevo 4x100.

La noche en Tokio dejó además otros momentos dorados:

El portugués Pedro Pichardo aseguró el oro en el triple salto con un brinco de 17.91 metros.
El estadounidense Rai Benjamin se llevó los 400m con vallas tras una breve polémica por descalificación, imponiéndose con 46.52.

Entre récords, dramatismo y redenciones, el Mundial volvió a recordar que el atletismo no solo mide tiempos y distancias: mide carácter.