Barcelona firmó recientemente un acuerdo de patrocinio con el Gobierno de la República Democrática del Congo (RDC) por el que recibirá 40 millones de euros en cuatro años. El pacto contempla que el club luzca el emblema "RD Congo – Cœur de Afrique" en las camisetas de entrenamiento de todos sus equipos profesionales. Además, la RDC será reconocida como “Partner oficial para el empoderamiento en el deporte y la cultura”, y tendrá una sede oficial en el Spotify Camp Nou.
Patrocinio con trasfondo político
Sin embargo, según explicó el periodista Xavier Aldekoa en el programa Onze de Esport3, este patrocinio va más allá del deporte y responde a un trasfondo político y geoestratégico. “El Congo está en guerra con Ruanda y este acuerdo forma parte de esa disputa. Desde 2018, Ruanda ha utilizado el futbol para posicionarse a nivel internacional patrocinando a clubes como Arsenal, Bayern Munich, PSG y ahora el Atlético de Madrid”, señaló.
Aldekoa afirma que la RDC está imitando la táctica de su país rival para mejorar su imagen internacional y contrarrestar la narrativa de Ruanda. Incluso, según el periodista, el Congo habría intentado que algunos clubes terminaran sus vínculos con Ruanda como parte de esta ofensiva simbólica. Esta rivalidad, que lleva más de tres décadas activa, ha cobrado nueva fuerza en el terreno del marketing deportivo.
Lo que ha dejado el conflicto
El conflicto armado entre Ruanda y la RDC ha dejado más de seis millones de muertos en los últimos 30 años, en su mayoría por hambre, enfermedades o consecuencias indirectas del enfrentamiento. Diversos organismos como la ONU y Human Rights Watch han denunciado el apoyo ruandés al grupo rebelde M23, que actualmente controla partes del este del Congo. Amnistía Internacional también ha reportado crímenes de guerra cometidos por este grupo armado.
A pesar de la reciente firma de un acuerdo de paz entre ambos países, el 27 de junio de 2025 en Washington D.C., los expertos señalan que la tensión subyacente persiste. El patrocinio del Barça, entonces, no solo representa una alianza económica y cultural, sino que se convierte en un nuevo capítulo dentro de una larga historia de conflicto y propaganda en el África Central.
