El maillot arcoiris por los suelos, un terremoto en la carretera, el belga Remco Evenepoel grita "¡Alto!", frenazo en el pelotón, un susto cuyas consecuencias se verán a partir de este jueves.
El Tour de Francia tuvo suspense durante unos segundos, el tiempo en el que el defensor del título, el esloveno Tadej Pogacar, cayó a falta de seis kilómetros para la meta de Toulouse en una etapa anodina que puede dejar secuelas en la carrera.
El campeón del mundo se levantó enseguida, su maillot desgarrado, su piel ensangrentada, pero en un primer análisis no parece que tenga grandes consecuencias.
"Estoy bien", aseguraba el esloveno por la radio interna del equipo para lanzar un mensaje de tranquilidad a sus huestes, una sensación que corroboraba minutos más tarde y que también dijeron los responsables del equipo.
Un optimismo refrendado por el parte médico emitido horas después por el médico del equipo tras someterle a pruebas que descartaron una lesión grave, conmoción cerebral y fracturas.
"Presenta algunos hematomas y abrasiones en el antebrazo y la cadera izquierdos, pero por lo demás se encuentra bien", señaló el médico del UAE, Adrian Rotunno, que consideró que el ciclista podrá tomar la salida de la duodécima etapa.
Pero los mensajes tranquilizadores iban todos acompañados de la prudencia. "Antes de una cita tan importante como la de mañana es mejor no caerse", aseguraba el director del UAE, Josean Fernández Matxin.
Pogacar negociaba una curva a la derecha, pero no siguió bien la trayectoria y su rueda delantera tropezó con la trasera del noruego Tobias Johannessen. El esloveno se desequilibró, su cuerpo salió despedido a la izquierda donde chocó contra un bordillo.
"Temí golpearme con la cabeza, pero por suerte eso no pasó", dijo Pogacar, que enseguida subió a la bici, mientras, entre el desconcierto general, el pelotón reducía el ritmo.
"Es el mejor, es natural que se le esperara, además la carrera no estaba lanzada entre los que perseguimos la general", aseguró el español Enric Mas.
Lo mismo dijo su máximo rival, el danés Jonas Vingegaard: "Fue mala suerte, no es que tomara mal una curva o algo así, simplemente tocó una rueda. Creo que hicimos lo que había que hacer", comentó.
El accidente apenas duró unos segundos. Pogacar había perdido unos quince segundos pero enseguida, respaldado por el ecuatoriano Jhonatan Narvaez, pero no tardó en reintegrarse a la disciplina del pelotón.
"Sobre todo está rabioso", afirmó su compañero de equipo, mientras el propio Pogacar aseguraba que ha tenido "días peores".
"Normalmente el día después de una caída no estás en tu mejor forma", señalaba el esloveno, confiado en recuperarse del incidente y poder pelear en una jornada exigente, la primera de alta montaña con final en el mítico Hautacam.
Pogacar, que hasta ahora no ha dado ningún signo de debilidad en un Tour de Francia en el que es el máximo favorito, sintió el peso del miedo sobre sus espaldas.
Reaccionó bien, no se puso nervioso, pero su forma de correr, siempre al límite, le ha jugado otras malas pasadas. La última en la reciente Roubaix, en la que se fue al suelo cuando iba escapado junto al neerlandés Mathieu van der Poel, que esa vez no le esperó y sumó su tercer triunfo consecutivo en el 'infierno del norte'.
El pelotón del Tour de Francia reaccionó de forma diferente. El pelotón ya no podía luchar por la etapa, que estaba jugándose entre los fugados y el Visma había sacado ya la bandera blanca tras varias maniobras lanzadas en el último puerto de la jornada, el ascenso a la cota Pech David.
"Es cuestión de respeto, nadie quiere ganar por la caída de un compañero", dijo el español Carlos Rodríguez.
Otros, como el director del Movistar, José Joaquín Rojas, opinaron que no se le debería haber esperado porque la caída se encuentra entre las "circunstancias de carrera".
Pero el pensamiento más generalizado era el de que el 'fair play' fue la mejor respuesta a un envite que pudo cambiar el rumbo del Tour.
El esloveno acabó atravesando la meta en el puesto 35, en el grupo de los favoritos, con el rostro algo torcido pero sin aparentes graves consecuencias. El Hautacam servirá de radiografía.