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Un rugido le dio alma al Azteca, el Estadio que 60 años después recibirá su tercer Mundial

FOX SPORTS | 11 Junio 2025 | 12:57
Mientras la tendencia en el mundo es apostar por estadios que deslumbran por su modernidad y tecnología, México ofrece el Estadio Azteca para su tercer Mundial, gracias a que sigue vigente por su inquebrantable personalidad.
 
Así lo considera Luis Martínez del Campo, quien a los 90 años de edad recuerda varias anécdotas sobre la construcción del inmueble: desde desencuentros con Emilio Azcárraga Milmo hasta episodios con los fierreros.
 
Este arquitecto fue director de la obra y, como tal, testigo de todos los contratiempos que provocaron que el estadio fuera inaugurado en quiebra, pero con un futuro histórico por delante, gracias a que para proyectarlo ni siquiera tuvieron que emular estadios de otras partes del mundo.
 
“Vimos algunos planos de otros estadios, claro, y hay algunos notables actualmente también, pero hay muchos que tienen… es la moda, mucho fachadismo, parecen globos sin sentido: globos y cuetes, fachadismo”, contó Martínez del Campo a Fox Sports México.
 
“El Azteca en cambio tiene ese aspecto recio. Su personalidad es su función, es su vista, no necesita fachadismo; para mí es un estadio con una personalidad definitiva y contundente a la vista. La forma sigue a la función”.
 
Parte del despacho Ramírez Vázquez desde los inicios de su carrera profesional, este arquitecto fue encargado de terminar de proyectar y construir el estadio, a inicios de los sesentas, y considera que el Estadio Azteca vive porque el mexicano lo siente suyo.
 
“Por eso grita, vocifera, se desgañita, porque está en su casa, porque así nos sentimos cuando estamos en el Estadio Azteca”, asegura.
 
‘En esta remodelación se deja la estructura como identidad’
En ello coincide Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez, este último quien diseñó la obra. También arquitecto, Ramírez Campuzano asegura que las obras de su padre no tienen un estilo en común, luego de que también proyectó la Basílica de Guadalupe o el Museo de Antropología, entre otros edificios icónicos. Por ello cree que la remodelación actual no modificará la esencia de la estructura, si bien considera que las modificaciones previas, cuando se hicieron palcos nuevos en el 2016, sí fueron desafortunadas.
 
“En esta remodelación se deja la estructura como identidad. Claro, con multimedia e iluminación, pero el estadio mantiene su identidad”, comentó Ramírez Campuzano.
 
El Azteca, único por su visibilidad desde cualquier butaca
Eran inicios de los sesenta cuando la oficina Futbol del Distrito Federal, un ente privado creado por Telesistema Mexicano (hoy Televisa) junto a América, Necaxa y Atlante, adjudicó al despacho Ramírez Vázquez la construcción del estadio, por lo que un par de otras buenas propuestas quedaron descartadas.
 
Una fue la de Félix Candela, creador del Palacio de los Deportes, porque su diseño incluía un techo muy costoso que incluso requería de pilares en las gradas que estorbarían la visibilidad. Otro que no ganó fue de Enrique de la Mora, sobre todo porque las cuatro gradas no estaban conectadas.
 
En cambio, la propuesta de Ramírez Vázquez fue la ganadora por su pragmatismo, pues además incluía un anillo de palcos con estacionamientos independientes, algo nunca antes visto en el mundo.
 
“La sencillez misma del estadio fue por lo que le dieron la licitación a la firma de Ramírez Vázquez y Mijares. Yo me había titulado en el ’60, empecé a tocar puertas y ahí tuve la fortuna de entrar a principios del ’61. De inmediato me incorporaron al proyecto del estadio y como a los dos meses me hicieron jefe del grupo del proyecto del estadio”, recordó Martínez del Campo.
 
La clave del estadio, definida en un ‘picnic’
El arquitecto recuerda que cuando tuvieron el diseño final, una incomodidad no los dejaba tranquilos a él y su equipo. Decidieron hacer un picnic para analizar el descontento y descubrieron que era la rigidez del diseño, pues el estadio no tenía la curvatura que hoy le conocemos, sino que las gradas eran exactamente paralelas a la cancha, de manera que en algunos sectores la visibilidad no era la idónea.
 
“Eso nos dio una excusa para poder curvarlo, para hacer un óvalo. Cuando le dijimos a Ramírez Vázquez y a Mijares esa idea de curvarlo, lo aceptaron de mil amores, necesitaban la subdirección y liderazgo, y ellos también lo que querían era el mejor estadio del mundo en ese momento”, recordó.
 
“No conozco la obra actual, soy franco, pero en el momento que inauguramos aquel estadio era una maravilla. Así lo consideramos, sirvió para tres mundiales, la tercera ya viene, y eso indica claramente su vigencia a nivel mundial”.
 
Hasta una pista de motos tenía el proyecto original del Azteca
Otro de los aspectos del proyecto que no llegaron a concretarse fueron unos autocinemas en los estacionamientos, así como una pista para carreras de motos alrededor de los mismos, según explica Ramírez Campuzano.
 
Este arquitecto también menciona que la inauguración de México 86 fue más espectacular que la de México 70, si bien en el Mundial del 70 lo que destacaba era el nivel de las selecciones: desde el Brasil de Pelé hasta la Alemania de Beckenbauer, aunque 16 años después la sensación fue la Argentina de Maradona.
 
Ramírez Campuzano acudió a ambas, pero también al primer partido oficial del Azteca, el 29 de mayo de 1966, en representación de su padre, pues el avión de Pedro Ramírez Vázquez se había despistado en Madrid y no pudo estar en la inauguración entre el América y el Torino.
 
“No me gustó la idea de ponerme traje para ir a un partido de futbol, pero lo recuerdo perfecto, entrar y ver al Presidente y que llega gente que supones importantísima, y que lo eran, y estar en la cancha y ver a 360 grados todo retacado, sí fue una impresión tremenda”, rememoró Ramírez Campuzano.
 
Un patada, un rugido y el estadio cobró alma
Mientras ello ocurría, Martínez del Campo preguntaba a miembros del Estado Mayor Presidencial sobre el atraso del Presidente, quien sufría el tráfico de la Avenida División del Norte.
 
Una hora más tarde, Gustavo Díaz Ordaz llegó y se apresuró a develar una placa, para luego aparecer en la cancha, donde estaba el presidente de la FIFA, Stanley Rous, entre otros personajes.
 
“Entramos corriendo a la cancha y la silbatina, la mentada que le pusieron a Díaz Ordaz fue gravísima”, menciona Martínez del Campo.
 
Para minimizar la rechifla, del sonido local se escuchó de inmediato el Himno Nacional, por lo que 100 mil personas se pusieron de pie, para inmediatamente después ser testigos de la patada inicial, misma que dio el repudiado Díaz Ordaz. Pese a ello, el Azteca rugió para nacer.
 
“Hizo una pirueta, por poco y se mata el güey, acabó su carrera, dio la patada inaugural y ahí cobró el alma el Estadio Azteca: con el rugido de 100 mil gargantas simultáneamente. Ese rugido se me quedó grabado para siempre, ahí cobró alma, la vida que tiene actualmente el Estadio, que está vigente después de tantísimos años”.
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