La contundente victoria del sábado en la final de la Liga de Campeones no solo coronó años de intentos fallidos, sino que también marcó un hito para el club: una consagración que confirma lo que muchos intuían desde hace tiempo. El PSG, al fin, ha llegado.
Después de temporadas plagadas de frustraciones en la competición más prestigiosa de clubes, el club parisino vivió una noche histórica en Múnich. No solo conquistó el trofeo que más deseaba, sino que lo hizo con una actuación que rozó la perfección y elevó el listón de lo que significa ganar una final de Champions League.
El 5-0 ante el Inter de Milán representó la mayor goleada en la historia de una final del torneo, superando cualquier precedente en sus siete décadas de existencia. Y pudo haber sido aún más abultada: Bradley Barcola desperdició oportunidades claras, Khvicha Kvaratskhelia no estuvo fino en varias jugadas prometedoras y Désiré Doué —autor de dos goles y una asistencia— fue sustituido antes del minuto 70.
Ousmane Dembélé, estrella del equipo, ni siquiera necesitó marcar.
En resumen: el PSG brilló, pero todavía tiene margen de mejora. Este equipo está lejos de haber alcanzado su techo.
Con una edad promedio de apenas 24,8 años, el PSG presenta una plantilla joven y en evolución, muy distinta del Inter, cuya media se situaba en los 30 años. Marquinhos, con 31, fue el único titular parisino mayor de 30, mientras que Doué fue uno de los tres adolescentes que vieron minutos, junto a los prometedores Senny Mayulu y Warren Zaire-Emery.
“Tenemos muchos jugadores jóvenes que aún están en proceso de desarrollo, y yo soy uno de ellos”, reconoció Doué tras el partido. “Siempre vamos a trabajar por mejorar”.
Retener a un núcleo joven de este calibre no es sencillo, sobre todo con la atención que generan en el mercado europeo. Sin embargo, el respaldo financiero qatarí le otorga al PSG una ventaja estratégica: no solo puede retener talento, sino que ha desarrollado un enfoque centrado en captar jóvenes promesas, especialmente del fútbol francés.
En París no hay intención de conformarse con una sola Champions. “Somos ambiciosos, vamos a seguir conquistando el mundo del fútbol”, afirmó Luis Enrique tras alzar el trofeo por segunda vez como entrenador, diez años después de lograrlo con el Barcelona.
Su mirada ya está puesta en el próximo gran objetivo: el Mundial de Clubes. La sensación es clara: el PSG quiere establecer una era de dominio.
El técnico español, de 55 años, ha reforzado su estatus como uno de los mejores entrenadores del mundo. A diferencia de proyectos anteriores, PSG le permitió construir un equipo a su medida, basado en cohesión y talento joven en lugar de nombres rutilantes. El resultado ha sido un fútbol ofensivo, dinámico y efectivo, considerado por muchos como el más emocionante de Europa.
Mientras que el Barcelona —con un estilo similar— cayó ante el Inter en semifinales, el PSG desarmó a los italianos sin piedad.
Luis Enrique ha impuesto una filosofía futbolística que ahora el resto de Europa intenta alcanzar.
Aunque el PSG parece tener una plantilla profunda y balanceada, el club no ha dejado de moverse en el mercado. El fichaje de Khvicha Kvaratskhelia desde Napoli en enero fue clave: el georgiano transformó al equipo, ayudándolo a pasar de una posible eliminación temprana a conquistar el título.
El PSG ha dejado atrás la era de los "galácticos", pero sigue dispuesto a realizar incorporaciones decisivas. El presidente Nasser Al-Khelaifi continúa apostando por refuerzos inteligentes y con proyección.
Manchester City parecía listo para iniciar una dinastía tras ganar la Champions en 2023, pero la realidad ha sido distinta. La defensa del título es una tarea titánica en Europa: solo el Real Madrid ha logrado retenerlo en la era moderna, con tres títulos consecutivos entre 2016 y 2018.
La alta competitividad y la distribución del talento hacen que ningún equipo tenga garantizado el éxito. Sin embargo, todo apunta a que el PSG arrancará la próxima temporada como el rival a vencer: joven, ambicioso y ahora, campeón con experiencia.