En tiempos donde la información circula a velocidades imposibles y las redes sociales se han vuelto una fuente primaria —y a veces única— de noticias, la posverdad se ha convertido en un fenómeno cotidiano también en el mundo del futbol. Un ejemplo claro: el perfil de Facebook El Tigre Francés, que recientemente afirmó que Wilfred Ndidi llegaría libre al Atlético de San Luis.
La realidad es muy distinta. Ndidi renovó contrato con el Leicester City el verano pasado, y si bien el club inglés descendió a la Championship, el mediocampista tiene una cláusula de salida de 9 millones de libras. Es decir, no solo no llega libre, sino que cualquier equipo interesado debe pasar por caja. La estrategia es clara: mezclar nombres conocidos con equipos random, soltar el bulo y esperar a que los aficionados, ávidos de emociones, hagan el resto.
Muchos replican como loro que "todo es posible por la relación del Atlético de San Luis con el Atlético de Madrid", como si esa conexión justificara cualquier rumor disparatado. Pero esa relación institucional no convierte al San Luis en un satélite millonario ni lo pone en posición de fichar a jugadores con cláusulas europeas. Es la típica narrativa de la posverdad: suena lógica, tiene gancho y la gente la comparte sin cuestionar nada.
Lo mismo ocurrió cuando el mismo perfil “informó” que Dominic Calvert-Lewin ficharía por Xolos de Tijuana, en otro episodio que raya en la ficción. Pero en la lógica de la posverdad, los hechos pueden ser secundarios: lo importante es que la afirmación parezca cierta, sea emocionalmente atractiva y se viralice.
México no es (ni será) prioridad para jugadores como Ndidi, pero algunos prefieren creer en cuentos antes que en datos. Y mientras eso pase, seguiremos viendo fake news disfrazadas de "sorpresas"… hasta que alguien, por fin, deje de compartirlas.
La posverdad no es una simple mentira; es una distorsión deliberada que se apoya en la emoción y la conveniencia para moldear una narrativa. En este caso, la narrativa de “bombazos improbables” en el futbol mexicano sirve como anzuelo para clics, comentarios y compartidas. ¿Que no va a pasar? Poco importa, ya se ganó la atención.
Como aficionados, comunicadores o simplemente usuarios, nos toca cuestionar lo que leemos y compartir con responsabilidad. Porque, como en la cancha, el juego limpio también debe jugarse en la información.