La Liguilla arde y el Volcán ruge, pero su goleador histórico mira desde la banca, una vez más. André-Pierre Gignac, ese artillero que hizo del norte su hogar y de la red rival su costumbre, está ausente en el momento más pasional del Clausura 2025. Y aunque el equipo camina, el hueco que deja su número 10 es más emocional que táctico. A Tigres le falta el alma... o al menos su acento francés.
No es la primera vez que el reloj de las semifinales suena sin él. Las lesiones, esas enemigas silenciosas que nunca avisan pero siempre cobran caro, se han vuelto sus únicas compañeras de viaje este semestre. Primero fue el tendón, luego la fibrosis y ahora, simplemente, la ausencia. Una operación al inicio del torneo parecía la solución, pero el cuerpo de Gignac decidió ir a otro ritmo, uno que no alcanza las semifinales.
Nicolás Ibáñez volverá a sustituir a Gignac
Guido Pizarro, quien ahora no solo lo acompaña como capitán, sino que dirige desde el banquillo, lo sabe: sin Gignac en la cancha, los rivales respiran un poco más tranquilos. No hay miradas fulminantes al portero, ni remates acrobáticos que hagan temblar a la defensa. Y aunque Nicolás Ibáñez y compañía hacen su parte, nadie impone respeto como el francés.
A sus 39 años, Gignac no necesita correr para que el estadio lo sienta. Su sola figura en la banca genera un murmullo distinto. Porque el Volcán es suyo, y en noches de semifinal debería estar en el césped, no en rehabilitación.
¿Afectará a Tigres una nueva ausencia de Gignac?
Tigres tiene armas, sí. Tiene historia, sí. Pero no tiene a Gignac. Y eso, para una afición que lo ha visto levantar títulos, rugir en los clásicos y marcar golazos que parecen sacados de videojuego, duele. Las semifinales llegan con cánticos, bengalas y sueños de gloria, pero también con una pregunta que nadie se atreve a hacer en voz alta: ¿será este el principio del adiós?
Mientras Toluca afila a Paulinho y Tigres enciende su racha invicta en casa, Gignac mira desde fuera. Quizás con frustración, quizás con serenidad. Pero todos saben que este Tigres, sin él, puede ganar... aunque ya no se siente igual.
