En un movimiento calculado y coherente con la estrategia que ha seguido desde 2007, Pittsburgh Steelers decidió enviar a George Pickens a los Dallas Cowboys esta semana, asegurándose de que otro receptor abierto formado en casa no firme un segundo contrato con la franquicia.

Desde 2007, solo tres de los 16 receptores abiertos elegibles para extensión de contrato han renovado con los Steelers. Cinco cumplieron su contrato de novato y se marcharon en la agencia libre, dos fueron traspasados antes de finalizar su contrato, cuatro fueron cortados y uno fue tomado desde el equipo de prácticas por otro conjunto.

Aunque los Steelers son reconocidos por desarrollar receptores talentosos, su historial también muestra las dificultades que enfrenta la NFL para evaluar adecuadamente esta posición, en especial ante el gran volumen de talento ofensivo producido en el fútbol americano universitario. Según un evaluador consultado por ESPN, muchos prospectos universitarios no ejecutan rutas complejas, lo que genera dudas sobre su proyección en la NFL.

Aun así, Pittsburgh tuvo éxito en identificar talento entre 2009 y 2010 con jugadores como Mike Wallace, Emmanuel Sanders y Antonio Brown. Pero frente al reto de seguir compitiendo, el equipo ha optado por reforzarse con receptores veteranos. Esta temporada baja firmaron a Robert Woods y concretaron un canje por DK Metcalf, a quien extendieron contrato por cuatro años y 132 millones de dólares. Con ese movimiento, Pickens se volvió prescindible.

Pickens es el sexto receptor en la era Mike Tomlin que es traspasado. Casos similares ocurrieron con Diontae Johnson, Chase Claypool, Martavis Bryant y Antonio Brown, todos señalados por problemas de conducta. Aunque en el caso de Sammie Coates, su salida respondió a las lesiones y la falta de adaptación al equipo.

El gerente general Omar Khan aclaró que estos antecedentes no influirán en cómo el equipo construye su plantilla: “Siempre intentamos sumar buenos jugadores sin importar la posición o el momento del año”.

En enero, el dueño Art Rooney II aún expresaba confianza en Pickens. “Tiene suficiente talento como para trabajar con él y ayudarlo a alcanzar su potencial”, afirmó. Sin embargo, incidentes posteriores—discusiones con compañeros, comportamiento agresivo en el campo y actitudes polémicas—llevaron al equipo a reconsiderar su postura.

Durante su presentación en Dallas, Pickens fue directo: “No puedo cambiar la opinión de nadie. Estoy creciendo. Todos debemos hacerlo. Solo quiero construir una cultura ganadora aquí, y los Cowboys ya la tienen”.

Históricamente, los Steelers han tomado decisiones oportunas. Canjearon a Claypool a Chicago por una selección que usaron para reclutar al esquinero Joey Porter Jr., mientras que Johnson fue enviado a Carolina por el esquinero Donte Jackson. Ambos receptores no tuvieron éxito tras dejar el equipo. Claypool sumó apenas 217 yardas entre Bears y Dolphins, y Johnson no encontró estabilidad en sus pasos por Panthers, Ravens y Texans.

El ejemplo más notorio fue el de Antonio Brown. Pese a brillar en Pittsburgh, su conducta llevó a un traspaso a Raiders. Aunque ganó un Super Bowl con Tampa Bay, su carrera descendió rápidamente con apenas 1,084 yardas en tres años.

El caso de Pickens sigue esa línea. A pesar de su talento, los Steelers optaron por cortar por lo sano antes de que el comportamiento del jugador afectara al equipo. Con Metcalf, Woods y otras piezas veteranas, Pittsburgh apuesta por estabilidad y compromiso dentro y fuera del campo.