Lo que comenzó como una noche llena de ilusión y esperanza para el Athletic Club terminó transformándose en un auténtico calvario. Los leones, que soñaban con volver a una final europea trece años después de su histórica clasificación en 2012, vivieron una pesadilla en San Mamés al caer por un doloroso 0-3 ante el Manchester United en la ida de las semifinales de la UEFA Europa League. Una losa pesada que parece prácticamente imposible de levantar.
San Mamés se preparó para una cita especial. La posibilidad de disputar la final de la Europa League en casa era un aliciente inigualable para un equipo con tanta historia y arraigo. La atmósfera era inmejorable, el estadio rugía y el Athletic saltó al campo con la determinación de quien sabe que tiene una oportunidad única. Durante los primeros compases del encuentro, los dirigidos por Ernesto Valverde mostraron intensidad, dominio territorial y un claro deseo de llevarse la eliminatoria a su terreno.
No obstante, pese a ese buen arranque, el equipo rojiblanco desperdició varias ocasiones claras. Yuri, Berenguer e Iñaki Williams tuvieron en sus botas la posibilidad de abrir el marcador, pero la falta de precisión en el último toque volvió a condenar al equipo, como ya ha ocurrido en otros momentos de la temporada. La falta de acierto terminó costándoles caro.
El desplome
El desastre comenzó a fraguarse pasada la media hora. En apenas siete minutos fatales, el Athletic encajó dos goles que cambiaron por completo el guion del encuentro. Primero fue Casemiro, quien aprovechó una defensa desorganizada para rematar completamente solo dentro del área. Luego, en una jugada polémica, el árbitro señaló un penalti riguroso sobre Marcus Rashford y expulsó a Dani Vivian, dejando a los locales con diez hombres. Bruno Fernandes no falló desde los once metros y puso el 0-2, generando un clima de incredulidad en la grada.
Lejos de reaccionar, el Athletic se vio superado emocionalmente. Justo antes del descanso, Bruno Fernandes volvió a marcar para establecer el 0-3, un marcador que parecía sentenciar la eliminatoria. La esperanza se desvanecía a pasos agigantados, mientras los de Valverde se iban al vestuario golpeados y en inferioridad numérica.
Una segunda parte para contener daños
La segunda mitad fue un ejercicio de contención. Con un jugador menos, el Athletic optó por no arriesgar más de la cuenta para evitar un resultado aún más abultado. El Manchester United, por su parte, mantuvo el control del juego y generó varias ocasiones para ampliar su ventaja, pero se topó con un inspirado Julen Agirrezabala bajo palos, que evitó una goleada histórica.
El conjunto inglés fue claramente superior en todos los aspectos del juego tras la primera media hora. Supo aprovechar los errores defensivos de su rival y castigó con contundencia. Además, su experiencia internacional y su calidad individual marcaron la diferencia en los momentos clave del partido.
¿El adiós a un sueño?
Aunque matemáticamente la eliminatoria sigue abierta, el Athletic necesitará una noche épica en Old Trafford para revertir una situación que se presenta casi imposible. Marcar tres goles sin recibir ninguno en uno de los estadios más complicados de Europa es una misión titánica que roza lo milagroso.
Por ahora, salvo una remontada de proporciones legendarias, los aficionados rojiblancos tendrán que conformarse con seguir recordando aquella mágica noche de abril de 2012 como su gran gesta europea. Esta vez, el sueño de disputar una final continental en casa parece haber sido aplastado por la implacable realidad del Manchester United.