¿Cómo pasó un modesto equipo noruego, originario de un pequeño pueblo pesquero más allá del Círculo Polar Ártico, a convertirse en una de las historias más fascinantes del fútbol europeo?
Para Bodø/Glimt, la clave no estuvo solo en la táctica o los fichajes, sino en la mente. Y en ese terreno, el responsable fue un ex piloto de combate de la Fuerza Aérea noruega: Bjørn Mannsverk.
En 2017, cuando el club acababa de descender a la segunda división, Mannsverk fue invitado a unirse al cuerpo técnico. Se encontró con un grupo plagado de ansiedad y bloqueos emocionales. Su misión: cambiar la mentalidad desde las raíces. Como "entrenador mental", promovió espacios para hablar de emociones, combatir el estrés, mejorar hábitos y eliminar el estigma sobre el trabajo psicológico.
La premisa era clara: ganar o perder pasaba a segundo plano. Lo importante era seguir una filosofía de trabajo, enfoque y crecimiento interior. Esa misma que aplicaba en misiones militares en Afganistán o Libia, donde aprendió que “entrenar como si fueras a luchar” podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Con una población de apenas 55.000 habitantes y ubicado a más de mil kilómetros al norte de Oslo, Bodø ha sido testigo de una transformación total. Desde su regreso a la élite, el club ganó cuatro de los últimos cinco títulos de liga, levantando por primera vez el trofeo en 2020, más de un siglo después de su fundación.
Pero el impacto trascendió las fronteras. En Europa, humillaron 6-1 a la Roma de Mourinho en 2021, y en esta temporada se convirtieron en el primer club noruego en alcanzar las semifinales de un torneo UEFA de prestigio.
Este jueves visitarán Londres para enfrentarse al Tottenham por la Europa League, en el partido más importante de su historia. ¿David contra Goliat? Quizás, pero el equipo del norte ha demostrado que la mentalidad también gana partidos.
Mannsverk, aún vinculado al equipo, dejó su huella en cada rincón. Promovió que los jugadores discutieran sus emociones tras cada gol encajado —lo llaman el "Anillo de Bodø/Glimt"— y estableció una rotación de hasta ocho capitanes para compartir el liderazgo. El objetivo no era marcar tantos goles o asistir, sino ser la mejor versión de uno mismo.
Jugadores como Ulrik Saltnes, que pensó en retirarse por problemas estomacales ligados al estrés, encontraron en el enfoque mental de Mannsverk una salida. Hoy, el equipo corre más, piensa más y sufre menos que sus rivales.
Jugar en Bodø no es fácil. El estadio Aspmyra, con menos de 9.000 asientos, es uno de los más septentrionales del mundo. En invierno hay menos de una hora de luz solar al día, el viento es cortante y el frío intenso. Los jugadores toman suplementos por la falta de sol. Para los visitantes, no hay terreno más hostil.
Sin embargo, la historia no va solo de clima. Va de resiliencia, de cultura y de una mentalidad que venció todas las probabilidades.
"Nos gusta contar nuestra historia", dice Mannsverk. “Esto no se construyó de la noche a la mañana, pero estoy convencido de que puede funcionar en cualquier lugar. Solo se necesita tiempo... y la mentalidad correcta”.