El gol del título en la Copa del Rey ante el Real Madrid es un justo premio para un futbolista ejemplar, uno de los consentidos de Flick por su profesionalismo y evolución.
Hansi Flick es más que un técnico para el FC Barcelona. Se convirtió en un mentor de los futbolistas. Los ha mejorado, los ha convencido, los ha hecho crecer.
El alemán es un seductor que llegó al club con la consigna de regresarlo a los primeros planos y lo ha logrado en menos de un año a partir de construir un grupo que tiene en común el convencimiento de que está en el mejor club del mundo, y por ende cada uno de los integrantes siente que pertenece a la élite del balompié.
No son pocos los jugadores los que están viviendo la mejor versión de sus carreras en la presente temporada, y quizá el caso más notorio sea el del francés Jules Koundé.
El 21 de julio del 2022 el Barça hizo oficial el fichaje del entonces defensa central tras pagar 50 millones de euros más 10 en variables, convirtiéndolo en la mayor venta en la historia del Sevilla.
Con una cláusula de mil millones y un contrato por cinco temporadas, el zaguero arribó con etiqueta de figura y la misión de mejorar un sector defensivo vulnerable. No lo logró.
La realidad es que hasta antes de la presente campaña con Flick al mando, el desempeño de Koundé había sido entre discreto y mediocre. Xavi Hernández lo probó como lateral derecho de forma intermitente, pero nunca le dio la confianza que sí recibió con el estratega alemán.
En los partidos de peso la apuesta era Ronald Araújo, y también es justo señalar que Jules renegaba de su nueva posición al sentirse convencido de que en donde mejor podía rendir era como zaguero central.
Menuda y grata sorpresa ha sido este año futbolístico el francés. Está convertido en un socio de Lamine Yamal, en un jugador que ofrece garantías tanto en la marca como en sus incorporaciones al ataque. Es asistidor y hasta definidor, pero sobre todo, un portento físico.
No en vano es el jugador con más minutos en la plantilla. Flick solo ha prescindido de él como castigo luego de que llegó tarde a un par de charlas técnicas.
Es el hombre de hierro del entrenador, uno de sus consentidos por el compromiso y profesionalismo que derrocha. Hace algunas semanas Flick declaró que prefería no darle días libres a Koundé porque en sus descansos se sale a correr por las calles de Sitges, la localidad en la que reside.
El gol que significó la victoria ante el Real Madrid y el título en la Copa del Rey no es otra cosa que un justo premio y recompensa a un futbolista ejemplar, más allá de sus extravagantes vestuarios y de una personalidad hasta misteriosa que no gusta de hablar con la prensa ni aparecer en los primeros planos.
Koundé tuvo los arrestos físicos y la confianza de lanzar una carrera al minuto 116’ de un partido extenuante para robar un balón y disparar con el corazón para marcar el gol de su vida.
El futbol lo premió y él abrió las manos para dejar una postal histórica. Lo merezco, debió pensar.
