Los Lakers visitan este domingo a los Wolves (21.30 h) en una serie que se les ha puesto cuesta arriba (2-1) tras perder el tercer encuentro disputado en Minnesota (116-104) y lo hacen tras haber denunciado tanto Luka Doncic como varios compañeros de equipo y hasta su propio entrenador, JJ Redick, las graves interrupciones que sufrió su equipo en varios momentos claves de ese encuentro por parte de los aficionados locales.
En concreto los angelinos claman contra el uso de silbatos que los aficionados que acuden al Target Center hicieron sonar en algunas jugadas provocando el despiste de los jugadores de los Lakers, que creyendo que habían sido los árbitros los que habían pitado no continuaban la jugada y de ello se beneficiaron los Wolves, que sí lo hicieron.
La NBA prohibe los silbatos en la grada
Una maniobra del todo punto antideportiva y prohibida en el código de conducta oficial de de la NBA, que veta explícitamente el uso de silbatos dentro de las canchas debido a su potencial para interrumpir los partidos, como les sucedió a los Lakers en ese tercer partido. En el cuarto encuentro de esta noche los árbitros estarán muy pendientes y cualquier aficionado que use el silbato será expulsado del pabellón.
A principios del último cuarto del tercer encuentro, con los Lakers perdiendo por cuatro puntos, se produjo una jugada crucial. Rui Hachimura perdió el balón y Jaden McDaniels arrancó la cancha para correr el contraataque cuando Luka Doncic, pudiéndolo impedir, se quedó parado al escuchar un silbato de la grada que él creyó que era de los árbitros para detener el juego.
JJ Redick, indignado y furioso
El entrenador de los Lakers, JJ Redick, se mostró furioso por esta acción antideportiva de la grada y pidió un tiempo muerto para hablar con los árbitros. Poco después, el speaker del Target Center advirtió a la afición que cualquiera que fuera sorprendido usando un silbato sería expulsado inmediatamente de las instalaciones.
Este tampoco fue un incidente aislado. El base de los Lakers, Jordan Goodwin, afirmó haber escuchado un silbato al menos tres o cuatro veces durante la segunda mitad, e incluso LeBron James llegó a detenerse en medio de una jugada debido al confuso ruido. Con el partido en juego, cada posesión importaba, y cualquier momento de duda, especialmente causado por un factor externo, pudo cambiar el rumbo del mismo, como así denuncian los Lakers.