El Atlético de Madrid se impuso con claridad al Rayo Vallecano (3-0) en el Metropolitano gracias a dos cabezazos en la primera parte, obra de Sorloth y Gallagher, y un gol final de Julián, en un encuentro en el que el protagonismo también fue para Oblak, que respondió con solvencia cuando se le necesitó.

Inicio a todo ritmo y con Sorloth como protagonista

Los primeros minutos fueron un festival de ocasiones para el Atlético, especialmente para Sorloth, que tuvo tres oportunidades claras antes del minuto 10. La primera fue la buena: Giuliano le sirvió un balón al área y el noruego lo mandó a la red con un potente cabezazo. Después, falló otra también de cabeza y se topó con el portero en una más, pero su insistencia tuvo premio.

El Rayo reaccionó y ganó terreno, sobre todo con un activo Isi, que generó peligro y obligó a Oblak a lucirse en un par de intervenciones. El partido se volvió frenético por momentos, con acciones constantes en ambas áreas, aunque sin claridad total en los metros finales.

Gallagher amplía la ventaja y Oblak asegura

Justo antes del descanso, De Paul sacó a relucir su clase con un pase milimétrico que Gallagher transformó en el segundo gol, también con la cabeza. Una acción que llegó en el momento justo para calmar los ánimos y dar más control al equipo de Simeone.

En la segunda mitad, el Rayo siguió buscando pero se topó con un inspirado Oblak, que volvió a frustrar a Isi y más tarde a Gumbau. El portero esloveno parece decidido a pelear por el Trofeo Zamora, pese a que la defensa colchonera no siempre le facilita el trabajo.

Griezmann asiste, Julián sentencia

Griezmann entró por Sorloth y rápidamente marcó diferencias. En una contra bien armada, asistió a Julián que, con la derecha —rompiendo la tónica de los cabezazos—, selló el 3-0. El resto del partido fue trámite: algunos cambios, posesión repartida y otra gran parada de Oblak para cerrar su gran noche.

El Atlético sigue fuerte en casa y se consolida en la pelea por el podio liguero, mientras que el Rayo, sin grandes objetivos ya esta temporada, no logró incomodar demasiado al equipo del Cholo. Hasta el árbitro, González Fuertes, pasó casi desapercibido. Un partido sin tensión pero con los deberes bien hechos.