Durante la temporada 1994-1995, el Club América vivía un momento de gloria bajo la dirección técnica del neerlandés Leo Beenhakker, quien había llegado a México con la reputación de haber dirigido al Real Madrid de Hugo Sánchez. Su arribo generó grandes expectativas, y no defraudó: el equipo dominó la fase regular del torneo de forma aplastante.
Con figuras como Adrián Chávez, Raúl Gutiérrez, Joaquín del Olmo, Zague, y refuerzos internacionales como el camerunés François Omam-Biyik y el zambiano Kalusha Bwalya —ambos solicitados por el propio Beenhakker—, las Águilas lucían imparables. Además, el técnico neerlandés dio oportunidad a un joven Cuauhtémoc Blanco, quien comenzaba a destacar.
Aquel América arrasaba con sus rivales y acumulaba 74 goles a favor. Con 45 puntos y cuatro jornadas por disputar, parecía inevitable que levantarían el título. Pero el destino tomó un giro inesperado.
El despido inesperado
El 5 de abril de 1995, tras un empate ante Puebla, se anunció sorpresivamente por radio y televisión la salida de Leo Beenhakker del club. No hubo una versión oficial sobre los motivos de su destitución, y múltiples teorías surgieron al respecto.
Una de las más comentadas fue que la directiva, encabezada por Emilio Díez Barroso, quiso impedir la alineación de Joaquín del Olmo debido a conflictos contractuales, a lo que Beenhakker se habría negado. Otra versión indica que el técnico se ausentó de una reunión clave con la directiva porque estaba jugando golf.
Sin importar la causa, su salida marcó el fin de una era prometedora. América fue eliminado en semifinales por Cruz Azul, y aquel equipo que apuntaba a ser histórico quedó en el olvido como un caso de “lo que pudo ser”.
El intento de revancha con Chivas
Meses después, Beenhakker intentó cobrar revancha dirigiendo al acérrimo rival del América, las Chivas de Guadalajara. Sin embargo, su paso por el Rebaño Sagrado fue breve y sin éxito.
Regresó una vez más al América en 2003, pero nunca logró replicar el brillo del equipo que dirigió en los noventa. Leo Beenhakker falleció a los 82 años, dejando tras de sí una huella imborrable y una historia inconclusa en el futbol mexicano.