Tras el empate a uno en Anoeta, la Real Sociedad llegaba a Old Trafford con la misión de mejorar su imagen, superar a un Manchester United lejos de su mejor versión y meterse en los cuartos de final de la Europa League.
Desde el pitido inicial, los donostiarras mostraron actitud y ambición, tomando la iniciativa. Su esfuerzo encontró recompensa rápidamente cuando, tras un centro al área, Matthijs de Ligt, en su intento de despeje, impactó más el pie de Mikel Oyarzabal que el balón. El VAR intervino, Benoît Bastien señaló penalti y el propio Oyarzabal convirtió el 0-1 en el minuto 10.
Sin embargo, la alegría duró poco. Apenas seis minutos después, el United aprovechó un balón a la espalda de la defensa realista para generar peligro en el área. En un intento por despejar un pase de la muerte, Igor Zubeldia derribó a Rasmus Højlund y el árbitro no dudó en señalar penalti. Bruno Fernandes no falló y puso el 1-1 en el marcador.
El empate equilibró el partido, con idas y venidas en las que los ingleses parecieron más incisivos, aunque sin inquietar demasiado a Álex Remiro. Hubo alguna intentona de Zirkzee y Højlund, disparos de un Patrick Dorgu voluntarioso pero impreciso, y una Real Sociedad que dependía en exceso de las chispas aisladas de Take Kubo.
El Manchester United salió con más intensidad tras el descanso y pronto encontró su premio. En el minuto 50, una jugada confusa en el área realista terminó con Aritz Elustondo derribando involuntariamente a Dorgu. El colegiado no dudó y, una vez más, Bruno Fernandes transformó la pena máxima para poner el 2-1.
El golpe fue duro para los de Imanol Alguacil, que tardaron en reaccionar. Y cuando por fin empezaban a dar un paso adelante, llegó el mazazo definitivo: en un balón largo, Jon Aramburu trabó a un Dorgu que se escapaba a toda velocidad y vio la tarjeta roja apenas siete minutos después de entrar al campo.
Con un jugador menos y sin margen de maniobra, la Real Sociedad trató de resistir, pero el United, sin necesidad de brillar, terminó sentenciando con dos goles más. El tercero, de nuevo obra de Bruno Fernandes, y el cuarto, de Diogo Dalot, que apareció en el momento justo para cerrar la goleada.
Un castigo excesivo para los vascos, que se despiden de la Europa League con la sensación de haber desaprovechado una gran oportunidad y con la temporada en el aire.
