Llena de accidentes, resultó la corrida del martes por la noche en la Plaza México, previo al cumpleaños 79 del monumental, escenario en donde Guillermo Hermoso de Mendoza, tras una actuación muy importante, corta una oreja, que, aunque algunos le protestaron, la merecía; el otro lado de la moneda fue para el michoacano Isaac Fonseca quien, pese a su entrega, no pudo matar a su segundo astado, escuchando los tres avisos.
Diego San Roman mostró actitud y valor, toda la noche, ante un encierro, malo, desgastado, y con algunos toros, que desarrollaron peligro de la ganadería de La Estancia.
El que abrió plaza, deslucido, le permitió poco al joven caballista Guillermo Hermoso, quien sin embargo lo fue metiendo a su toreo y caballo y tras dar casi una vuelta completa al hilo de tablas emocionó al público al clavar esforzados rejones y banderillas, inclusive a dos manos. Guillermo no se dejó nada por hacer con determinación, aunque no encontró toro, a la altura. Pinchó una vez antes de un rejón completo.
Con su segundo, Guillermo comenzó rodando con el toro al que esperó a porta gayola. Luego lució con el toreo cambiado de ancas con "Berlín" y los giros espectaculares en la cara del astado con su caballo "Nairobi", que prácticamente se enroscaba en el toro de espectacular manera.
Al matar se atoró el rejón y cuando Guillermo se quedó empuñándolo hasta hundirlo, lo que no gusto a los aficionados que cuestionaron la concesión de la oreja.
A Diego San Román le devolvieron su primero que, aparentemente, se lesionó tras haberlo picado. Lo sustituyó uno de la misma ganadería con el que el torero queretano lució con el capote antes de derribar al picador Eduardo Reyna y un intercambio de quites con su alternante Isaac Fonseca.
Luego San Román dio una muestra de valor sereno con un peligroso astado que tiraba cornadas a diestra y siniestra. Su toreo de pitón a pitón fue aplaudido. Pinchó dos veces antes de la estocada y oyó palmas.
San Román volvió a echarle actitud con un astado, el quinto, que le regaló algunas embestidas más largas pero tendía a huir y siempre pendiente del torero que le echó cabeza, se cruzó y le dejaba la muleta en la cara para detener su huida. Faena de gran mérito que terminó con un arrimón y lo que se veía venir.
Se levantó Diego para ponerse en el mismo sitio en un alarde de valor. Le sonaron un aviso antes de tirarse a matar y que se le fuera la mano abajo. Descabelló y oyó otro aviso. Gustó tanto su actitud que lo sacaron al tercio.
El michoacano Isaac Fonseca, como siempre valiente, inició su faena con escalofriantes péndulos de rodillas y luego pudo saborear algunos momentos con el menos malo del encierro hasta que lo revolcó de muy fea manera volando dos metros.
Se lo llevaron hacia la enfermería las asistencias, y adolorido, se levantó y volvió a torear, ganándole la intención a un toro muy avispado con valor y ganas de agradar. Tras un pinchazo dejó una estocada llevándose otro golpe con el pitón; sonó un aviso y mató descabellando.
Otra actitud de determinación fue la clave de la actuación de Isaac en el sexto, un animal deslucido y malo como fue todo el encierro de La Estancia. Se puso pesado con la espada y terminó oyendo los tres avisos al joven michoacano a quien le dividieron las opiniones.
