Ante el penúltimo de la Bundesliga, el Holstein Kiel, recién ascendido y debutante en la Bundesliga, el Borussia Dortmund se dio un batacazo (4-2) marcado por 45 minutos sonrojantes que cuestiona la figura de su entrenador, Nuri Sahin, inmerso en una racha nefasta de resultados en la Bundesliga con la que su equipo está fuera de Europa rebasado el ecuador de la competición.
El Dortmund apareció por el Holstein Stadion de Kiel muy necesitado de una victoria. Antes del pitido inicial, sólo sumaba una en los últimos cinco encuentros y otro error podía generar problemas en un proyecto cuestionado que no termina de arrancar y que, sobre todo en la Bundesliga, no hace más que sufrir sobresaltos.
A priori, el Kiel era el equipo perfecto para curar las heridas. Era la medicina necesaria para los hombres de Sahin, que, sin embargo, tropezaron de forma incuestionable hundido por su desidia defensiva y su incapacidad ofensiva. Sobre todo en la primera parte, en la que cavaron su tumba con los tantos de Shuto Machino, Phil Harress y Lasse Rosenboom. Los errores en la salida del balón del Dortmund y la falta de activación atrás, fue una losa demasiado pesada para el Dortmund.
Sahin, eso sí, tuvo que lidiar con una plaga gripal que mermó a sus jugadores. De los seis afectados, sólo pudo alinear a Emre Can y a Ramy Bensebaini. Alexander Meyer pudo sentarse en el banquillo, pero Karim Adeyemi, Pascal Gross y Filippo Mane, no entraron en la convocatoria. Tampoco Donyell Malen, que estaba cerrando su fichaje por el Aston Villa de Unai Emery.
Ese guión no era el mejor para que el Dortmund volviera a recuperar la cordura. Estaba atrapado por sus múltiples ausencias y por sus malos resultados. Pero la entidad del rival invitaba a una reacción que no llegó, porque pese a que en el acto inicial dominó la pelota, no supo que hacer con ella y apenas disfrutó de un disparo de Serhou Guirassy que sacó con una buena estirada Timon Weiner.
Ahí se acabó el carrusel de ocasiones del equipo de Sahin, que a la media hora recibió el primer golpe del Kiel: Alexander Bernhardsson le robó la cartera a Julian Brandt cerca del centro del campo, cedió la pelota a Machino y el japonés fusiló sin piedad a Gregor Kobel. Fue un mazazo para el Dortmund, que sin tiempo para reaccionar recibió el segundo que celebró Harres con un cabezazo ante Emre Can, descolocado e incapaz de frenar el remate del delantero del Kiel.
Y para cerrar el carrusel de golpes, Rosenboom se apuntó a la fiesta en el tiempo añadido del primer tiempo. Cerró un contragolpe de manual con un remate a centro de Harres desde la banda izquierda con el que noqueó definitivamente al Dortmund.
Sahin señaló en el descanso a Julian Ryerson y a Bensebaini, a quienes dejó en la caseta para dar salida a Anton y a Maximilian Beier. Intentó dar otro aire a su equipo, que encima tuvo que tuvo que regresar al vestuario tras el lanzamiento de múltiples bengalas que dejaron al duelo sin visibilidad alguna. Ya de vuelta al terreno de juego, casi diez minutos después, no pasó nada hasta la aparición de Giovanni Reyna a falta de veinte minutos para el final.
El mediocentro estadounidense metió algo de picante al partido con un disparo desde fuera del área que generó expectativas de remontada para el Dortmund y que se incrementaron cuando Jamie Gittens recortó más distancias. El marcador lució un inquietante 3-2 para el Kiel cuando quedaban doce minutos más el descuento. El equipo de Sahin tenía tiempo para obrar un milagro que pintaba bien con la expulsión de Lewis Holtby por una fea entrada sobre Felix Nmecha.
Pero ese milagro no llegó. Ni con un jugador más. Al Kiel se le hizo eterno el final, pero resistió. Se encerró bien atrás, superó un remate a bocajarro de Nico Schlotterbeck que salvó Weiner y sentenció el duelo con el tanto de Fiete Arp en el 98 que dejó al Dortmund a ocho puntos de la cuarta posición con una sola victoria en sus últimos seis encuentros y con la figura de Nuri Sahin, como mínimo, cuestionada.