El Lille reaccionó a tiempo para evitar que el Strum Graz aguara su fiesta europea y tras dejar escapar una ventaja de dos goles, consiguió en el 81 el tanto de la victoria que les cuelga a la Liga de Campeones.
El gol del noruego Gabriel Haraldsson enjugó la depresión de los franceses, que tras derrotar al Real Madrid, al Atlético de Madrid y al Bolonia y empatar contra la Juve, suman 13 puntos que según los modelos matemáticos les sitúan en la siguiente fase.
Le resta un peligroso viaje a Liverpool y la visita del Feyenord para determinar si acabará entre los ocho primeros o tendrá que jugar una repesca camino de los octavos.
Algo que tiene difícil el campeón austriaco, que está completando una mala campaña europea y que tiene muy comprometido su futuro continental antes de viajar a Atalanta y recibir al Leipzig.
Y eso que tras un desastroso primer tiempo, soñaron con sacar algo positivo de Lille tras tres minutos de magia que les llevaron a levantar un 2-0, pero no pudieron completar la gesta.
En el primer tiempo, el magnífico ejercicio de juego colectivo de los de Bruno Genesio llevó la euforia a las gradas del Pierre Mauroy, encerró a los austríacos, obligados a tapar vías de agua en su defensa, y colocó al duelo con un único interrogante, cuánto tiempo aguantarían los muros del Strum Graz.
Pudo ser en un penalti señalado por el árbitro pero anulado por el VAR en el 17, o en el 30, cuando el canadiense Jonathan David falló una ocasión clara.
Pero fue en el 37, cuando el marroquí Sahraoui consiguió abrir el marcador a pase del brasileño Alexsandro, un premio justo al juego y las ocasiones de los franceses, que se sentían cómodos ante un rival encerrado y sin frescura.
Diez minutos más tarde, ya dentro del tiempo añadido, el neerlandés Bakker conseguía el segundo, que a la vista de lo mostrado en el terreno, encaminaba el duelo hacia el terreno del trámite.
Nada más lejos de la verdad. Un minuto más tarde el georgiano Kiteishvili aprovechaba una de las pocas incursiones austriacas en el terreno del Lille para de un potente izquierdazo encontrar la escuadra de Chevalier.
Una advertencia que se confirmó nada más empezar el segundo tiempo cuando el danés Bierth aprovechó el desconcierto del Lille para conseguir el empate y obligar a los aficionados a guardar el confeti que prometía una tarde placentera.
La igualada lo cambió todo. El Strum Graz se envalentonó y a los francess las dudas les nublaron el talento y las fuerzas. Ya no eran dominantes, ni asfixiaban a su rival como al principio. Ahora ya había partido.
El tembleque iba de la grada al césped y cada acercamiento del Strum Graz al área de Chevalier hacía tragar saliva a los galos, que tardaron en ordenar sus fuerzas para volver a instalar el peligro en el área adversa.
Lo hicieron, sin la misma intensidad que en el primer tiempo, pero con suficiente corazón para que el sueco Gabriel Gudmundsson, que regresaba tras meses de ausencia por lesión, consiguiera el tercer tanto.