En la década de 1950, emprendió un viaje a Portugal, donde adquirió habilidades en el arte del rejoneo y recibió la alternativa. Al regresar a México, el atractivo torero firmó un contrato con Alameda Films, entonces bajo la dirección de Alfredo Ripstein, para protagonizar una serie de películas entre 1956 y 1962.
En muchas de estas producciones, Gastón Santos se representaba a sí mismo, encarnando el papel de un héroe del Oeste, siempre acompañado por su fiel caballo lusitano, Rayo de Plata.