Apenas hacía seis días del partido de ida. La gesta parecía imposible tras lo visto en Anfield el miércoles, con el Liverpool claramente superior al Villarreal. Pero lo que hace maravilloso al fútbol es esa capacidad de que lo imprevisible se haga real. En cuestión de segundos. Aunque hoy desde el principio se vio un guión diferente. Los reds, irreconocibles, apenas inquietaron a Gerónimo Rulli en una primera mitad en la que los de Unai Emery apabullaron a los ingleses, intratables en las últimas semanas, para desconcierto de Jürgen Klopp.
Bien arropados por su hinchada desde la llegada, se encontraron además por delante en el marcador con el gol de Boulaye Dia en el 3', asistido por un Etienne Capouié que estuvo inconmensurable en la primera parte. Él solo logró empequeñecer al centro del campo inglés, oscurecer a Thiago Alcántara y dejar sin faro a todo el equipo británico. Que además se mostraba realmente errático y nervioso en defensa, con una actuación de Alexander-Arnold para el olvido y muchas imprecisiones. La presión de los castellonenses era más que acertada, Raúl Albiol recordó al de los mejores tiempos y apenas veíamos a Salah, Manñe o Diogo Jota explotar sus grandes cualidades (velocidad, desequilibrio...)
Todo ello mérito de un submarino amarillo sumamente solidario, valiente y mandando desde el inicio. Una gran primera mitad corroborada en el 41'con el segundo gol, un gran cabezazo de Francis Coquelin. El delirio en el Estadio de La Cerámica, que poco antes vio cómo el árbitro dejaba a los suyos sin un penalti a Giovani Lo Celso más que dudoso, cuando Alisson derribaba al argentino, solo tras otro error clamoroso de toda la zaga de los reds. Que no lograban encontrar los mecanismos para capear el vendaval que tenían encima, con un Villarreal en estado de gracia que se veía con la eliminatoria igualada, a solamente un pasito de la gran final.
Luis Díaz revoluciona al Liverpool
En el descanso Jürgen Klopp hizo su trabajo. Quería despertar a los suyos y además de las consignas oportunas hizo un cambio que era toda una declaración de intenciones. Luis Díaz al campo por un desaparecido Diogo Jota. Eso, y que los ingleses adelantaron un poco su presión, unido a que los locales también tuvieron que rebajar el ritmo después de un intenso esfuerzo en la primera parte, acabó por volcar el partido sobre el área de Gerónimo Rulli. Y es que antes del primer gol visitante, ya hubo avisos serios, con el disparo al larguero de Trent Alexander-Arnold como ocasión más destacada.
Así, en el 62' Fabinho anotaba su primer gol con el Liverpool en Liga de Campeones, en una internada en el área con un disparo ante el que quizás pudo hacer más Rulli. Y daba comienzo ahora al vendaval visitante, que en el 65' anotaba el segundo: un cabezazo de Luis Díaz a pase del propio Alexander-Arnold, para corroborar la gran segunda parte del colombiano. Un jarro de agua fría que descolocó a los groguets, que en busca de réplica se encontraron con varias contras peligrosas, una de las cuales completaba Sadio Mané anotando el tercero en el 75'.
Y es que el Villarreal, al que no se le puede reprochar nada en esta edición de la Champions League, se encontró con el verdadero Liverpool cuando vislumbraba la orilla. Etienne Capoue acabaría expulsado en el 85' por doble amarilla y la eliminatoria quedaba vista para sentencia. Los castellonenses se quedan con la miel en los labios y los ingleses alcanzan su tercera final en cinco años, y seguirán optando a un póker inédito en la historia del fútbol en este mes de mayo. Ahora el equipo de Jürgen Klopp ya espera a Real Madrid o Manchester City en la gran final.
