Sin echar campanas al vuelo, México inició su camino a la Copa del Mundo de Catar 2022, como lo hacía para el Mundial de 2014. Aquel partido, en un pletórico e ilusionado Estadio Azteca, fue el primer acto de un espectáculo horroroso, en un Hexagonal, en donde se pasó de panzazo, bueno, la historia ya se la saben. Por cierto, ese primer partido terminó con un decepcionante y aburrido 0-0.
Ahora, en un triste, apagado y vacío Azteca, que no precisamente lo fue a causa del bicho, la historia parecía ser una calca de aquella noche de terror para los mexicanos.
En un juego como este, nos preguntamos: ¿Qué queda del imponente Azteca?
Se podría fanfarronear con que el encuentro fue “disputado”, “trabajado”, “inteligentemente táctico”, pero la realidad para usted y para quien escribe estas líneas, comunes espectadores de sillón, el juego fue, simple y llanamente, aburrido, malo. El Tri tenía la pelota, algo que ni es relevante en esta clase de partido porque eso ya está más cantado que Las Mañanitas, pero la generación a la ofensiva se ausentaba de los dirigidos por Martino.
Fue hasta el segundo tiempo en donde, al 50, el genio de los Olímpicos, Alexis Vega, apareció con un zapatazo que hacía que volteáramos a ver la televisión para observar el juego de nuevo; al rincón envió ese raso fogonazo que puso el 1-0 momentáneo.
No pasó mucho, refiriéndonos al tiempo y a lo que pasaba en la cancha, cuando los Reggae Boyz empataron los cartones. El Piojo Alvarado, antes, tuvo una falla de antología tras el medio gol que le había puesto Funes Mori, estrellando su remate en el poste.
Tras esto, los jamaicanos enviaron un pelotazo descomunal hacia el frente, un “Ave María” diríamos usted y yo, que Jorge Sánchez, emulando aquella jugada en la final de América-Rayados, quiso despejar (¿?) la pelota y la cedió a la llegada a velocidad de Shamar Nicholson, quien sin pensarla sacó su trallazo para batir la meta de Ochoa y poner el 1-1, que picaba la herida del aficionado tras los recientes fracasos contra Estados Unidos.
Henry Martín resolvería el encuentro al 89. La Bomba, impetuoso, fue en busca de un pase a las afueras del área, en medio, y sacó un verdadero cañonazo que hacía honor a su apodo, para poner el 2-1 e iniciar con victoria su camino hacia una nueva ilusión mundialista.