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Drogas, detectives y regalos caros: La vida de Maradona en Sevilla

Infobae | 26 Agosto 2021 | 11:22
Diego Armando Maradona no fue un jugador más. La leyenda del futbolista se extiende fuera de los terrenos de juego. Su legado -para bien y para mal- sobrepasó los límites de los estadios. Y aunque pasaron nueve meses de su fallecimiento, sus recuerdos están latentes, también en Sevilla, donde jugó en 1992, siendo su última experiencia por Europa.
 
El sábado 11 de julio de ese año, Carlos Bilardo dirigió su primer entrenamiento con el elenco de Andalucía. Ese día, el entrenador le hizo un pedido especial a Luis Cuervas, entonces presidente de la institución, en una reunión privada: “Fichar a Diego ahora es un regalo”. A esa altura, el hombre que comandó al seleccionado argentino en México 86 ya sabía del interés de Pelusa por volver a las canchas, tras cumplir una sanción de 15 meses por consumo de drogas, siendo su último partido con el Napoli ante el Bari el 17 de marzo de 1991.
 
El Diez debutó el 29 de septiembre en un amistoso ante el Bayern Múnich en el Sánchez Pizjuan, con victoria por 3 a 1. Tras su estreno, Maradona jugó 30 partidos y marcó 9 goles. Su paso fue corto y de luces difusas, pero como persona dejó sus mejores huellas en las entrañas del club. “Era un tío cariñoso y simpático. Hubo dos Diego, pero el de la cancha fue el mejor de la historia. Nadie es juez para juzgarlo. Él se hizo daño a sí mismo, a nadie más”, reveló Diego Rodríguez Fernandez, ex defensor del conjunto andaluz y compañero del astro.
 
En una mano a mano con Infobae desde Sevilla, el ex marcador central reveló detalles inéditos de su relación con el Diez, a nueve meses de su fallecimiento. Su pelea con Bilardo, si tuvo o no privilegios en el vestuario, los regalos que les hacía a sus compañeros y el detective que le pusieron para seguirlo. Además, elogió al Cholo Simeone, criticó a Luis Enrique y comparó a Messi con Diego.
 
-¿Cuál es el primer recuerdo que se le viene a la cabeza de Maradona?
 
-Se recuerda bastante. Parece mentira que ya no esté más entre nosotros, le echo de menos. Lo conocí mucho cuando jugó aquí y luego estuve hablando con gente amiga. No me sorprendió su fallecimiento. Pero la verdad es que hay que respetar la vida que quiso, porque cada uno vive a su manera y a él nadie lo detenía.
 
-¿Por qué no lo sorprendió?
 
-Por muchas cosas que hemos vivido. No solamente cuando estaba en el Sevilla. Yo jugaba en el Betis cuando estaba en el Barcelona y conozco amigos suyos de aquella época. Fue una magnifica persona.
 
-¿Hubo dos Diego en el mismo Maradona?
 
-Sí, hubo dos Diego, pero el de la cancha fue el mejor jugador de la historia, sin dudas. Compartamos o no lo que hizo de su vida, vivimos cosas muy bonitas y hay que aceptarlo como era. Nadie es juez para juzgarlo.
 
-¿Qué recuerda de aquella temporada en el Sevilla?
 
-Fue muy buena y especial. Estuvimos cerca de clasificar a la Liga de Campeones, pero el empate entre el Atlético Madrid y el Zaragoza nos dejó afuera. La llegada de Diego armó mucho revuelo. Llevaba 15 meses sin competir y su vuelta al fútbol generó mucha euforia en el club.
 
-Maradona fue pedido por Carlos Bilardo. ¿Qué les dijo el entrenador cuando les anticipó que Diego se sumaba al plantel?
 
-Bilardo y el profesor Carlos Dibos nos comunicaron que había muchas posibilidades de que viniera Diego Armando. “Muchachos, el que va a venir no es un futbolista cualquiera”, manifestaron. Maradona quería “volver a ser el futbolista del Napoli”. La idea era ponerse a punto para el Mundial de Estados Unidos 94. Entonces, llegaron a un acuerdo los dirigentes del Sevilla con los del Napoli y aterrizó en el club. Al final, se arregló su pase en 15 días. Llegó acompañado de su familia, de Marcos Franchi, Daniel Bolotnicoff y Fernando Signorini. Fue una sorpresa tener al mejor jugador de todos los tiempos en el vestuario.
 
-¿Cómo era como compañero?
 
-Fantástico. Era un tío cariñoso y simpático. A veces juzgamos a las personas con facilidad sin conocerlo y ahí es cuando uno se equivoca. Fue siempre muy cercano en el tiempo que compartimos en España. Su partida fue muy triste para mí. Él se hizo daño a sí mismo, no se lo hizo a nadie más. Entonces, nadie puede cogerlo. En el vestuario era cercano, le gustaban las bromas y las risas.
 
-¿Les habló alguna vez de sus problemas con las drogas?
 
-Sí, siempre nos hablaba de eso. Nunca rehuía del tema ni esquivó alguna pregunta y tocó el tema en varias oportunidades. El consejo que te daba era: “No tomes el camino que yo tomé”. Fue muy influyente a nivel social y le querían hacer daño pero quién está libre de pecado, que tire la primera piedra, ¿no? Todos tenemos excesos. Al fin y al cabo, esta sociedad es así, te juzga sin conocerte.
 
-¿Qué huellas dejó en el club sevillano?
 
-Dejó buenos recuerdos. Ese año se hicieron 10 mil socios más. La euforia por su presencia en la ciudad fue terrible. En Sevilla se vive el fútbol como en la Argentina, son muy calientes. Recuerdo que cuando íbamos a entrenar a la Ciudad Deportiva había 2 mil personas esperando para ver al astro, pedirle autógrafos y sacarse fotos. Nunca había visto tanta gente frente al predio de entrenamiento. La cantidad de personas que movía Diego en cualquier parte del mundo era única. Una muestra de ello fue su funeral. Ni un presidente lleva tanta gente como él. Diego fue muy especial.
 
-¿Lo afectó el parate futbolístico que tuvo antes de llegar al Sevilla?
 
-Sí, lo afectó bastante. Estuvo 15 meses sin jugar y a sus 32 años era mucho tiempo. Igual, se puso en forma de la mano de Signorini. Se alimentaba bien, bajó de peso y se preparó para volver a jugar. Tuvo partidos muy buenos, como cuando le ganamos al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. O aquí en Sevilla, ante el mismo rival. No es fácil después tantos meses volver a retomar el ritmo de juego. Llegó entusiasmado, con ganas de engancharse y con la idea fija de volver a jugar un Mundial.
 
-¿Se vio en algún momento su mejor versión como futbolista?
 
-No, comparado con la época que estuvo en el Barcelona, en Nápoles y con la selección argentina, no tuvo la mejor versión en el Sevilla. Pero sí se mostró bien físicamente y tuvo varios partidos de muy buen nivel. Entrenaba dos veces al día, de mañana y de tarde. Lo hacía sin problemas y cogió un alto nivel. Jugó en un 50 por ciento de lo que podía rendir, pero con la calidad que tenía le alcanzaba para el fútbol español. Fue un buen año. El Sevilla estuvo en la puerta de clasificar a la Champions League pero no se nos dio por un resultado extra.
 
-¿Por qué dejó el Sevilla?
 
-Tuvo un problema interno y decidió terminar su contrato.
 
-¿Cómo se tomaron en el vestuario los privilegios que tuvo el Diez?
 
-“Maradona es el mejor y tienen que colaborar un poco más”, dijo Carlos. La idea era hacerle las cosas más fáciles a Diego, era el mejor del mundo, ¿no? Pero nunca presumió de eso. Teníamos cuatro capitanes, pero fue el primer capitán por unanimidad. Pelusa era uno más en el grupo y así demostraba la persona que era. No tenía ningún privilegio; él no quería tenerlo. Yo estuve en su casa junto a su familia, comiendo más de una vez. Era cercano al grupo en el terreno de juego y uno más en el vestuario.
 
-¿Fue feliz en Sevilla?
 
-Sí, lo fue. Compartimos mucho tiempo fuera de las canchas con los críos y también entre los jugadores. Fue un año intenso. Los jueves íbamos a cenar. Además, hicimos muchas barbacoas en el predio de entrenamiento. Teníamos buenos anfitriones que preparaban la comida que le encantaba al Diez. Después, nos íbamos de copas, sin excesos. Recuerdo que pasamos el fin de año todos los integrantes del plantel juntos en el hotel donde Diego paraba.
 
-¿Es verdad que les regaló un marco de plata a cada uno para las fiestas?
 
-Sí, era muy generoso. También, nos regalaba relojes. Recuerdo que el presidente de aquel entonces, Luis Cuervas Vilches, nos debía plata por las primas de partidos especiales, entonces Maradona puso de su bolsillo para pagarles a sus compañeros. También en los cumpleaños de cada uno solía hacer regalos onerosos. Era una persona muy atenta en las fechas especiales.
 
-¿Es cierto que desde el club contrataron detectives para seguirlo?
 
-Se dijo en su momento y a mí no me gustaba que pasara eso. Todos fuimos jóvenes y teníamos derecho a salir. Si te escapabas un poquito y te pasabas de la raya, te llamaban desde la dirigencia y te lo remarcaban, pero ya está, no pasaba nada, quedaba ahí. Teníamos también una vida privada, con mujeres e hijos.
 
-Cuando salían con Diego y su familia, ¿lo reconocían en las calles de Sevilla?
 
-En todos lados lo reconocían. Maradona vivió en una ciudad tan pequeña como Sevilla y acaparó todas las miradas. Pero, ¿qué vida privada podía tener? Solo la que está dentro de su casa, ¿no? Fuera de su casa era imposible estar con Diego. Cuando salíamos a tomar algo en familia lo molestaban mucho, le pedían autógrafos y fotos. Era muy complicado salir a la calle y sentarse en un sitio con tu familia. Era reconocible en toda Europa: Madrid, Barcelona, Milán, Múnich, Nápoles.
 
-Entonces, ¿era imposible tolerar la vida que llevaba Diego?
 
-Y sí, muy difícil llevarla a cabo, no tenía una vida privada. Él se refugiaba en sus amigos para pasar un buen rato en su casa o encerrados en algún lugar privado. Como yo salgo a cenar o a tomar unas copas, Diego también quería hacerlo, pero no podía en un sitio abierto. Carecía de una vida normal, era imposible que pasará desapercibido.
 
-Diego residía en la propiedad del torero Espartaco, en la urbanización de lujo Simón Verde, en las afueras de la ciudad. Ahora está en venta esa casa. ¿La conoció?
 
-Sí, porque soy muy amigo de Juan Antonio Espartaco. Es un muy buen sitio. Un chalet de 700 metros cuadrados. Recuerdo que festejamos ahí su cumpleaños, el 30 de octubre de 1992. Estuvieron todos los jugadores con sus mujeres. Fue un día especial. Diego estaba feliz en su casa con su gente, con sus amigos y tomando una copa. Su ex mujer, Claudia Villafañe, es la que hacia todo en la casa. Puertas adentro, era la persona más normal del mundo. La gente habla mucho de sus fiestas que, supuestamente, se llevaban a cabo allí. Yo digo: el hábito no hace al monje. Lo criticaban a Diego sin conocerlo. Hablaban mal de él. La mayor enfermedad del mundo es la envidia y los que lo criticaban le tenían mucha envidia, sin dudas.
 
-En ese plantel estaba el Cholo Simeone. ¿Se vislumbraba que iba a transformarse en un buen entrenador?
 
-Diego Pablo siempre ha sido igual porque hablaba en el verde césped, era un entrenador mientras jugaba. El Cholo vino al Sevilla con 22 años, nosotros teníamos 32, 33 y él manejaba el partido con sus indicaciones. Ya tenía los modales de liderazgo de un entrenador.
 
- Hoy, ¿es el Cholo el Bilardo del fútbol moderno?
 
-Lleva ocho años en el Atlético de Madrid y obtuvo la Liga española en esta temporada. De presupuesto tiene menos que el Real y el Barcelona. En algunos momentos, hemos visto un equipo temeroso, que le gusta jugar agresivo pero, en otros, se defendió muy suelto. Los equipos del Cholo se plantean desde el plano defensivo. Es muy parecido a cómo Bilardo planteaba los partidos. Teníamos gente fuerte, rápida y de armas tomar. No había gente fácil en el plantel sevillano.
 
-¿Por qué Carlos decide irse del Sevilla?
 
-Yo vi un punto de inflexión en la relación con los jugadores. Había confirmado que dejaba el club y no quería dar marcha atrás con su palabra; se precipitó en la decisión que tomó. Al final, creo que quería continuar, pero no pudo dar marcha atrás. No se fue por la discusión que tuvo con Maradona. Sí, fue un golpe duro para Carlos haber discutido con Diego. Igualmente, tuvieron una relación buena.
 
-¿Por qué se pelearon?
 
-Resulta que Diego venia con una molestia en una de sus rodillas y Carlos decide infiltrarlo para jugar el segundo tiempo contra el Albacete en el Sánchez Pizjuan. Pero como no lo veía bien, lo sacó en el minuto 8 para que ingresara Pineda y el Diez se fue despotricando contra el entrenador. A Maradona no le gustaba salir. Carlos lo quería cuidar por una molestia muscular que arrastraba. Fue quien lo trajo al Sevilla. Sabemos igual cómo era Diego; si lo sacabas, se enojaba.
 
-¿Es verdad que casi se van a las manos?
 
-Lo insultó Diego, nada más. ¿Quién acepta un cambio? Me acuerdo de que hace tres años, el ex director técnico del Barcelona, Luis Enrique, quiso cambiar a Lionel Messi en el Camp Nou y el argentino no salió, tuvo que sacar a Neymar. Pues estas cosas pasan siempre. Pero hablamos del mejor futbolista de todos los tiempos y molesta. En tanto, Messi es otro crack, se enojó y no salió del campo de juego. Y se supone que respeta al entrenador.
 
-¿Cómo se vivió aquella pelea luego en el vestuario?
 
-Fue un momento de enfado, hubo insultos pero todo quedó ahí. Se ducharon y se fueron a sus casas. El responsable es el entrenador, indudablemente.
 
-¿Observa alguna similitud entre lo que fue Maradona y lo que es Messi?
 
-Son totalmente diferentes. A Messi lo admiro porque, en la última década, es el mejor futbolista del mundo. Pero Maradona fue mucho más. Hoy, Lionel está más protegido que Diego en su época. ¿Quién le da una patada a Messi? Nadie. En su momento, a Pelusa lo mataban. El rosarino lo ha ganado todo, pero en el Barsa le habían armado un equipo adaptado a su figura. Maradona jugó en el Barcelona, en el Napoli, donde ganó varios títulos, en el Sevilla, estuvo en varios sitios importantes. Me gustaría ver a Messi jugar en Inglaterra. La Liga española no es la mejor del mundo. Tuvo a los mejores futbolistas de la historia: Messi, Neymar, Ronaldo, pero la mejor liga es la inglesa. Y después, la alemana.
 
-¿Messi se adaptará fácil al fútbol francés?
 
-Sí creo que sí, no es un fútbol tan rápido como el inglés. Además, es parte de un plantel con jugadores muy importantes: Neymar, Ramos, Di María, Mbappé...
 
-¿Si Messi hubiese elegido el futbol inglés, le hubiera costado adaptarse?
 
-Tiene 34 años, a esa edad no lo veo en ese fútbol tan rápido. Si tuviese 27, 28, es otra cosa. La Premier League es más fuerte, viril y dura. Se juega con mucha rapidez y depende mucho del físico. Cometen pocas faltas. Se castiga la intencionalidad y existe el deporte-contacto. Los árbitros pasan desapercibidos. Al ritmo que se juega allí, a Messi no lo veo. Sí al jugador de hace cuatro, cinco años atrás, cuando cogía el balón y gambeteaba a varios jugadores. Hoy, ¿cuántas veces podría hacerlo? Con 34 años, pocas veces lo lograría. Los años pasan para todos.
 
 
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