Ahora que se cumple un año de la muerte de Niki Lauda es un buen momento para recordar la figura de uno de los más grandes pilotos en la historia de la F1. Este vienés nacido el 22 de febrero de 1949 fue campeón mundial tres veces (1975, 1977 y 1984). Logró 25 victorias, 54 podios, 24 poles y 24 vueltas rápidas. Ganó sus títulos con Ferrari (2) y McLaren (1) y también corrió en las filas de March, BRM, y Brabham. Pero lo que le hace inmortal es que fue un tremendo ejemplo de superación. Sobrevivió a un gravísimo accidente en Nürburgring en 1976. Y no sólo salió milagrosamente de aquel trance, sino que fue capaz de ser campeón mundial al año siguiente. Dejó la F1 para fundar una compañía aérea ('Lauda Air'). En 1982 fue capaz de volver al 'Gran Circo' para lograr coronarse por tercera vez. Se levantó una y otra vez hasta que se retiró en 1985. "La única victoria importante en este negocio es el día en el que abandonas el 'paddock' con vida", dijo certeramente.
En el momento del dramático accidente, Lauda permaneció atrapado en la cabina durante 55 segundos, sufriendo quemaduras e inhalando gases tóxicos. Tras rescatarle de las lllamas le sometieron a cuatro operaciones para trasplante de piel. Y, como consecuencia de aquel percance, luchó con problemas de salud toda su vida. Además de sus cicatrices faciales distintivas, le tuvieron que realizar dos trasplantes de riñón en 1997 (de su hermano) y 2005 (de su esposa Birgit). En agosto de 2018, Lauda se vio obligado a someterse a un trasplante de pulmón de emergencia. Finalmente murió el 20 de mayo de 2019 a los 70 años.
¿Cómo pudo sobrevivir milagrosamente a lo sucedido en Nürburgring? Hay que tener en cuenta que incluso llegó a recibir la extremaunción el 1 de agosto de 1976. Así lo narró el propio Lauda: "Cuando llegué al hospital sentía que estaba muy cansado y quería dormir. Pero sabía que no era sólo dormir, era algo más. Y entonces simplemente luchas... luchas con tu cerebro. Oyes ruidos y simplemente intentas escuchar lo que te están diciendo e intentas mantener tu cerebro funcionando para conseguir que el cuerpo luche contra las heridas. Creo que estuvo bien hacer eso porque así es como pude sobrevivir". Tiempo después sacó su faceta socarrona a relucir cuando habló del accidente que marcó su existencia. "Sólo viví una sensación igual a la del accidente de Nürburgring un día que fumé marihuana", bromeó.
Debido al accidente su rostró quedó desfigurado, pero el metódico piloto austriaco se lo tomó con filosofía. Se enfundó una gorra roja para cubrir sus cicatrices y acuñó frases para el recuerdo. "Prefiero tener mi pie derecho bien que una cara bonita", soltó. Posteriormente volvió a bromear sobre su fealdad. "Algunos hombres son feos de nacimiento, yo al menos tengo una excusa", comentó en otra cita antológica.
Su vida fue tan extraordinaria que ha servido incluso para que se hiciera una película. El guión de "Rush" (2013) se centra en su memorable rivalidad con James Hunt. Por cierto, el piloto que desayunaba sexo llegó a decirle a Lauda algo que no es fácil de olvidar: "No deberías preocuparte por tu cara Niki, ya eras horrible antes del accidente". Volviendo a la trama de la película, cabe destacar que se centra en la temporada en la que Niki sufrió el dramático accidente que estuvo a punto de acabar con su vida. En este filme dirigido por Ron Howard el personaje del carismático piloto austriaco lo interpreta Daniel Brühl.
Hay varios detalles que definen la personalidad de este piloto que no se cortaba nunca a la hora de hablar con franqueza. Para empezar, Niki regalaba los trofeos que ganaba en las carreras al operario que le lavaba su coche. Con ello dejaba claro que le importaba más el proceso de obtener un galardón que el resultado final. Y en 1974 fue capaz de decirle a Enzo Ferrari que su coche era "una mierda". Este perfeccionista sin igual se ganó posteriormente el respeto del 'Commendatore' cuando mejoró en ocho décimas el tiempo obtenido por el monoplaza en Fiorano. Además tenía una mente calculadora. De hecho, cuando habló de las ayudas electrónicas a la conducción dijo que "los F1 actuales podría pilotarlos hasta un chimpancé". Y, finalmente, dejó otro aforismo para la posteridad en el que ponía de manifiesto su meticulosa personalidad. "El motor no razona; el piloto, sí", en alusión a los errores cometidos por varios pilotos.
Junto a Nürburgring hubo otro episodio dramático en la vida de Lauda. En 1991, el Boeing 767 de la compañía Lauda Air con destino Viena sufrió un trágico accidente en Tailandia. No hubo supervivientes. En un acto más que demuestra su tremendo coraje, Niki, que sabía de pilotaje de aviones, demostró que el desastre había sido debido a una avería mecánica. El fabricante tuvo que asumir la responsabilidad de lo sucedido.
Y, por último, cabe destacar la importancia que tuvo en la carrera de Lewis Hamilton. Como presidente no ejecutivo de Mercedes, Niki Lauda, efectuó el primer contacto con el piloto de Stevenage durante 2012 para ayudar a sacar al británico del equipo McLaren, cuando el equipo de las 'flechas plateadas' luchaba por establecerse entre las escuderías punteras y McLaren aún estaba ganando carreras. "Si no hubiera recibido la llamada en todo ese tiempo, ahora solo tendría un título de campeón del mundo. Definitivamente, siento que le debo mucho a Niki", confesó a posteriori el hexacampeón del mundo de F1.