Las butacas rojas como fondo en las tribunas eran ya una postal común en la cancha del Alfonso Lastras. La soledad y el vacío formaron parte del escenario desde aquella aciaga tarde del 20 de octubre, cuando la violencia empañó al espectáculo y apartó a la afición del equipo.
A tres meses de aquellos lamentables episodios, el color regresó a las tribunas de la mano de los niños, de los jóvenes y adultos que pusieron sabor al duelo ante Cruz Azul con gritos, con porras y cantos que hicieron levantarse de su asiento a más de uno.
Sin espectadores, el futbol pierde sabor y para crecer, el Atlético necesita estar arropado por los suyos; más allá de las barreras físicas o simbólicas una vez más los potosinos se hicieron presente para llenar color su estadio como esa espera hubiese sido ayer.