“La sola visión del vino me sube el ánimo. Sería una tragedia si no pudiera beber nunca más”. Esto fue lo que la Reina Madre de Inglaterra, Isabel Bowes-Lyon, le dijo a su marido, Jorge VI, en 1925, estando embarazada y, por tanto, privada de alcohol.
En “Behind the Throne: A Domestic History of the Royal Household” (Detrás del trono: una historia doméstica de la casa real), el historiador Adrian Tinniswood recoge los testimonios de varios trabajadores de la casa real que relatan qué, cuándo y cuánto bebía la Reina Madre.
El secretario privado de la Reina Madre, Colin Burguess, en sus memorias, publicadas en 2017, el hombre al servicio de la corona calificó a la Reina Madre como “una bebedora devota”.
El gusto por el alcohol de la abuela de Carlos de Inglaterra es de sobra conocido. En 2009, el escritor William Shawcross evidenciaba estas costumbres en su libro “Reina Isabel, la Reina Madre”, develando que en los años treinta, Isabel Bowes-Lyon, entonces duquesa de York, y un grupo de amigos fundaron una hermandad de bebedores.
El apego a estos licores es, sin duda, un legado que ha dejado a su hija, la reina Isabel II de Inglaterra. En agosto de 2017, Darren McGradi, cocinero en Buckingham durante 11 años, desvelaba en una entrevista con Vanity Fair que Isabel II tomaba cuatro bebidas alcohólicas al día, una práctica muy similar a la de su madre, publica El País.