El ritmo con el que caminamos diariamente puede parecer solo una cuestión de personalidad, pero un estudio neurológico reciente señala que existe un vínculo entre la velocidad que caminamos y las posibilidades de sufrir demencia en edades avanzadas.
Para realizar el estudio se cronometró la velocidad de marcha de un total de 175 adultos mayores, de entre 70 a 79 años, que mostraban una buena salud mental y también presentaban exploraciones cerebrales normales al inicio del estudio.
Este trabajo científico se llevó a cabo en el transcurso de 14 años, en los que se evaluó la velocidad al caminar de los participantes. Al finalizar, se les volvió a realizar la prueba de agudeza mental para observar su estado cerebral a través de un escáner.
Los investigadores de la Universidad de Pittsburgh concluyeron que un disminuir la velocidad de nuestro caminar durante un tiempo prolongado podría ser un indicio de deterioro cognitivo, según lo compartido en la revista La Vanguardia.
Aún así los científicos reconocen que no es suficiente como para diagnosticar un problema cognitivo, ya que una marcha lenta también puede estar causada por otro tipo de padecimientos.