¿París va un paso adelante? Con el objetivo de que los parisinos dejen de orinar en la vía pública y que algunas calles de la “Ciudad Luz” dejen de oler a orines, las autoridades de la capital francesa han colocado mingitorios ecológicos al aire libre, lo que ha desatado la polémica entre uno que otro ciudadano.
Sin embargo, este es un problema que París ha tenido durante décadas, desde que se instalaron los baños públicos en 1830.
El asunto es que aun con todo y baños públicos, ciertos parisinos continúan obstinados en orinar en las calles, lo que repercute en aspectos de salubridad, higiene e incluso turísticos.
Voir les gens pisser dans la rue, quel délice pour les yeux...
Avec cette fausse bonne idée, #Hidalgo a réussi à enlaidir Paris et à nous couvrir de ridicule aux yeux du monde. #uritrottoirpic.twitter.com/fqeZS8ACzf
Es por ello que las autoridades experimentan con los mingitorios al aire libre, que son pequeños rectángulos rojos —parecidos a un bote de basura— en los que los ciudadanos pueden orinar sin que se despidan olores desagradables y, además, contribuyen para producir composta.
Hasta el momento sólo se han instalado cuatro uritrottoirs (un mix de “orinales” y “veredas”) en la ciudad. Sin embargo, con estos prototipos ha bastado para que algunos parisinos y parisinas pusieran el grito en el cielo, pues consideran que las calles se ven “feas” y estos mingitorios van contra la moral e incitan al exhibicionismo.
La orina se utiliza como fertilizante y se almacena en “materia seca”. Luego, esta es transformada en composta, de la que pueden crecer algunas plantas y flores.
De acuerdo con Ariel Weil, alcalde del cuarto distrito de París, la medida es necesaria y resaltó que los prototipos fueron instalados en puntos clave de la ciudad, donde las personas orinan con más frecuencia en la vía pública.
Por lo pronto, los parisinos podrán encontrar estos prototipos en la estación de Lyon, en el boulevard de Clichy, en la Plaza Tino-Rossi y en la Isla de Saint-Louis —zona de la que los parisinos están más preocupados e indignados pues resulta ser un punto turístico—.
Finalmente, este experimento ha tenido quejas de todo tipo, desde los incluyentes que piden una alternativa similar para las mujeres, quienes tienen que pagar -como los hombres- por ingresar a los baños públicos.
Pero la diferencia aquí es que ya se creó una alternativa para aquellos que quieran orinar de manera gratuita y “al aire libre”.
Otra de las quejas apunta a que la medida es extraña y “agresiva”. Por ejemplo, el color rojo del mingitorio ecológico hace que los sujetos que están orinando “destaquen demasiado”.
Por el contrario, hay quienes han aplaudido esta medida, ya que la prefieren antes de oler la orina de otros parisinos.
Este es un esfuerzo de las autoridades para que París continúe siendo uno de los puntos turísticos predilectos.
Sin embargo, en esta polémica está el hecho de que algunos de los ciudadanos dejen esa “legendaria” costumbre de orinar en las calles y aprovechen los baños públicos —pues en los últimos años se han instalado más de 425 baños unisex, entre ellos 150 que funcionan las 24 horas y 34 baños públicos portátiles—.