Estar en contacto con la naturaleza no sólo es placentero, sino que además mejora nuestra salud y calidad de vida. Incluso previene de algunas enfermedades. Numerosos estudios lo demuestran, aunque basta con desconectar un fin de semana en plena montaña para experimentarlo en primera persona. Sin embargo, más del 79% de la población vive en zonas urbanas y la mayor parte del tiempo lo pasamos en espacios interiores, ya sea en casa o en el trabajo.
Esta realidad podría estar provocando una gran variedad de problemas de salud física y mental, en especial en los niños. Para remediarlo, una nueva tendencia arquitectónica, el Living Building Challenge, propone dejar entrar la naturaleza en las construcciones. “En los hogares provoca mejoras en la salud física y psicológica de las personas, en forma de un mayor bienestar; en los hospitales, favorece que los paciente se recuperen más rápidamente; y, en las oficinas, aumenta la productividad y capacidad de concentración de los trabajadores”, explica Emmanuel Pauwels, consultor en España del International Living Future Insitute, la entidad que está detrás del certificado Living Building Challenge.
¿Cómo podemos dejar entrar la naturaleza en las construcciones? “No es suficiente con llenar la casa de plantas, debemos usar los cinco sentidos”, explica Pauwels. Por lo que se refiere a la vista, el experto recomienda incorporar líneas corvas: “En la naturaleza no hay líneas rectas así que visualmente nos resultan más atractivas las líneas orgánicas, por es gustan tanto las construcciones de Gaudí, como la Pedrera o la Casa Batlló”. Por otro lado, también es importante que haya acceso a la luz natural.
Ventajas
Las construcciones más ‘naturalizadas’ pueden disminuir el estrés, la ansiedad, el insomnio, la obesidad o la diabetes, mejoran el sistema inmunitario y reducen el estado de ánimo depresivo
Para agradar a la oída, una buena opción es el sonido del agua, que puede proporcionárnoslo una fuente, por ejemplo. Otra alternativa es dejar a la vista las circulaciones de agua, como si fueran un riachuelo. “Estos sonidos nos relajan”, asegura Pauwels. El olor es también muy importante. Aquí es donde entran en juego las plantas y las flores, que además de embellecer un espacio también pueden perfumarlo.
El gusto puede venirnos de la capacidad de airear la vivienda. “Es agradable sentir la brisa en la piel y, en cambio, no nos gustan las estancias sin ventanas o con ventanas que no pueden abrirse”, reflexiona el consultor del International Living Future Insitute. Finalmente, nos queda el último de los sentidos: el tacto. Pauwels recomienda jugar con los materiales y optar por aquellos naturales, como la madera. “Tenemos más ganar de tocar un pilar de madera que uno de hormigón”, señala.
Las construcciones más ‘naturalizadas’ pueden disminuir el estrés, la ansiedad, el insomnio, la obesidad o la diabetes, mejoran el sistema inmunitario y reducen el estado de ánimo depresivo, entre otros efectos positivos. Además, al optar por materiales naturales son también más sanas.
En el mundo hay en la actualidad unas 500 construcciones pendientes de recibir el certificado del International Living Future Insitute. Obtenerlo requiere que el edificio lleve al menos 12 meses ocupado, periodo de tiempo en el que se analiza el comportamiento del mismo para acabar de determinar si es merecedor del certificado Living Building Challenge. En España hay una sola construcción en proceso de obtención del certificado y está ubicada en Bresca (Pallars Sobirà).