Sábado 4 de Mayo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

La disciplina política 'de antes' Vs el libertinaje político actual

Alfonso Del Real López | 25/04/2024 | 08:16

TRAIGO EL TEMA A COLACIÓN POR un intercambio de ideas que tuve con una persona que aprecio mucho, que criticaba con vehemencia a lo que en el argot político se conoce en ciertos espacios como los “chapulinazos”, esas acciones de determinados actores políticos que, en el plano electoral, saltan de una organización partidista a otra, en el preludio de la competencia electoral, para buscar un espacio protagónico en la palestra de elección popular que, entre otras cosas, le asegure presencia y permanencia en la zona del poder político.

LA DISCUSIÓN, ESTIMADO LECTOR de PLANO INFORMATIVO, nos llevó a tratar de entender qué era lo que fallaba en los institutos políticos que permitía el nacimiento y florecimiento de figuras políticas que, a la postre, significaron un grupo político dentro del partido, merced de una decisión electoral partidista.

DICHO DE OTRA FORMA, ALGUNOS dirigentes pudieron haber visto capacidad y/o talento y/o compromiso y/o trabajo y/o simpatía de determinada persona que significarían votos y, en consecuencia, conquistas electorales. Estas, a su vez, significaban presencia, prebendas y acceso a presupuesto público, entre otras cosas.

COINCIDIMOS EN ALGO QUE parecía chistoso: el sistema político de antes, con el partido político hegemónico de antes, con la disciplina política que lo caracterizaba de antes, en algún tiempo significó una caja de resonancia que evitaba el crecimiento desmedido de figuras nocivas para el esquema gubernamental y al mismo tiempo ordenaba a los grupos para darles un cierto juego o rol en una administración, pero con controles y equilibrios.

ESE ESPACIO DE VIVENCIAS DE antaño generaba esa disciplina que seguramente en algunos lugares ha leído o escuchado mencionar en términos de “no se podían bailar todas las piezas”, “muerto el rey, ¡viva el rey!” y “hay que hacer fila para que te toque”, entre otras expresiones que daban cuenta del momento, oportunidad, lealtad y disciplina respecto del timing y actores del momento, patrocinados por algún sector u organización del partido hegemónico, o bien, la simpatía de un presidente o gobernador.

PREVIO A UNA ELECCIÓN, LAS fuerzas vivas del partido hegemónico se movían sutilmente, hacían política, con el ánimo de buscar un espacio para sus agremiados o simpatizantes; pero había una máxima atribuida a don Fidel Velázquez, extinto poderosísimo líder sindical de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) durante los años mozos del presidencialismo en México: “el que se mueve no sale en la foto”.

HUBO QUIENES CONSIDERARON LA frase atribuida al líder obrero como una regla de oro del sistema político, principalmente entre la clase política emanada del partido oficial, sobre todo en el marco de la designación del candidato presidencial.

SIGNIFICABA, DE ACUERDO CON Andrés Becerril, “si haces algo para promover tu imagen en la búsqueda de un beneficio personal terminarás perjudicado”, es decir, la posibilidad de ser vetado (Excelsior, 11/03/2016, “El fin de la regla de oro; ahora, el que se mueve sí sale en la foto”).

ESE FIN DE LA REGLA, ALUDIENDO a Becerril, significó rompimientos que dieron paso a escisiones dentro del partido y, con ello, se fueron nutriendo otras expresiones políticas.

HASTA HACE VEINTICINCO O treinta años, eran contados los ejemplos de actores políticos que renunciaran a una militancia y se pasaran a otra; en cambio, hoy en día parece parte del esquema de definición de candidaturas, es decir, ya se ve hasta normal que, ante el juego marrullero de algunas dirigencias partidistas de agandallarse espacios de representación popular para miembros de un Club de Toby (que limita a nuevas o mejores figuras), o bien, que ante el capricho de algunos integrantes del partido o líderes por ser tomados en cuenta aunque su potencial electoral esté limitado, o cualquier otra cosa, muchas personas cambien de siglas partidistas como si cambiaran de ropa interior.

EL LIBERTINAJE POLÍTICO ACTUAL, como lo definimos mi camarada y yo, es un espectro de vivencias (presentes y muy posiblemente futuras) que implica la posibilidad de que personajes nefastos e impresentables, por el puro afán de aparecer en una boleta electoral, hagan y deshagan con ese propósito.

ELLO INVOLUCRA, POR SUPUESTO, la posibilidad de sometimiento de una organización electoral ante la trampa del “yo traigo mucha gente conmigo” o incluso, por qué no, la probabilidad de contubernio entre dirigencias de partido e intereses oscuros que dejan de lado el potencial de actores de la sociedad civil de representar cabal y dignamente a la población, pero quizás -peor aún- sacrifican a la propia militancia que ha crecido con la organización política. Caray, temas complejos.

LA DISCIPLINA DE ANTES PODÍA abonar a la construcción de buenas candidaturas con el potencial de gobiernos equilibrados; por supuesto, nunca fue así al cien por ciento.

SIN EMBARGO, EL LIBERTINAJE político actual abre la puerta a que tengamos en la boleta gente que ha transitado por la vida política, que tienen mucha experiencia, que han visto muchas cosas, pero que son de utilidad nula para el ciudadano. Pero la clave sigue siendo el voto.

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