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Un viaje a las Tierras Altas de Islandia: volcanes, torrentes y glaciares

Canarias Ahora | 22/04/2024 | 18:41

Cuando hablamos de Tierras Altas uno piensa de manera inmediata en las Highlands escocesas como paradigma de lugar montañoso y apartado cruzado por lagos con monstruos y castillos dónde aún pueden oírse los lamentos de los viejos clanes. Pero hay otras muchas Tierras Altas repartidas por todo el mundo. En Islandia, por ejemplo, se conoce como Tierras Altas a todo lo que va más allá de las costas de la isla y las llanadas que penetran unos kilómetros hacia el interior. La Ring Road, esa carretera mítica que rodea la práctica totalidad del litoral islandés, rara vez se aleja de la línea del litoral, dónde se concentra casi el 100% de la escasa población islandesa. Más allá de esa franja costera (en la que hay que incluir la increíble Península de Snaefellsnes, todo lo que queda a más de diez o 20 kilómetros del mar y un par de centenares de metros de altura recibe el nombre de ‘Las Tierras Altas’. Un lugar que a ojos poco acostumbrados podría resultar un páramo desolado de cenizas, volcanes y hielo dónde apenas llega a crecer la hierba y los musgos… Pero para los que sepan ver más allá de eso, este será, sin lugar alguna, el lugar que marcará la diferencia entre un viaje normal a Islandia o uno que se salga de lo común. Y la combinación mágica de palabras que nos llevarán a este verdadero mundo aparte es F-26.
 
 
La F-26 (o Sprengisandur) es una carretera de tierra que atraviesa el corazón de la isla; como en todas las que empiezan por la letra F, sólo se puede transitar por ella si se va en vehículo 4x4 o autorizados. Su trazado de norte a sur se inicia a 142 kilómetros de Reikiavik (la localidad más cercana al cruce con las rutas 26 y 32 es Selfoss) y recorre 254 kilómetros antes de toparse con la Ruta 1 (la Ring Road) a sólo 34,4 kilómetros de Akureyri, ya en la costa norte de la isla. La ruta aprovecha el hueco que dejan los inmensos glaciares Hofsjökull y Vatnajökull para atravesar los páramos que ocupan la mayoría del interior islandés. ¿Es una ruta para todos los conductores? No. El firme es de grava apisonada y suele estar en buenas condiciones, pero la pista supone el vadeo de varios torrentes glaciares (de hasta un metro de profundidad) por lo que se necesita un 4x4 en buenas condiciones y tener los sentidos en alerta en cada momento. Otro factor que tienes que tener en cuenta es el clima: la carretera está abierta los meses de verano, pero las condiciones pueden ponerse duras en cualquier momento. Si llueve o nieva es un lugar peligroso para conducir. La distancia entre las estaciones de servicio de Godafoss (extremo norte de la ruta) y la de Hrauneyjar (al poco de ingresar en la F-26 por su extremos sur) es de 241 kilómetros.
 
 
Una primera incursión en Landmannalaugar.- Si sólo puedes hacer una pequeña excursión a las Tierras Altas islandesas (no te atreves con un 4x4 o simplemente no tienes tiempo) una buena opción para aproximarse a la zona y, de paso, ver uno de los lugares imprescindibles del país, es darte una vuelta por Landmannalaugar (Acceso desde la Ruta 26; abierto desde junio a septiembre). La carretera está en buen estado (aunque es imprescindible el 4x4) y es un aperitivo genial para enfrentarse a la F-26 o un sustituto más que digno. Este paisaje surrealista es una de las más bonitas manifestaciones del vulcanismo activo islandés. El imponente Hekla ha interaccionado con el agua y el hielo durante miles de años creando un paisaje de montañas multicolores, termas, fumarolas y géiseres. Una maravilla. Si no alquilaste un todo terreno no pasa nada. Hay excursiones de un día que salen desde Reikiavik (su precio ronda los 150 euros por persona). Pero si tienes un todoterreno (algo más que recomendable para recorrer el país) transitar por libre esta carretera (55 kilómetros de pista desde el empalme de la 26 con la 32 y la F-208) es una gozada y no hay que cruzar cauces de agua. Te vas a encontrar con pequeños lagos, campos de lava, praderas de musgo y torrenteras glaciares.
 
 
Una vez en Landmannalaugar lo mejor que puedes hacer es hacer el sendero circular (cuatro horas y media) que te lleva a los lugares más emblemáticos de la zona: la Graganta de Graenagil; el campo de lava de Laugahraun; las faldas del volcán de colores Brennisteinsalda y el Monte Blahnukur. Esta ruta atraviesa valles, cruza ríos y permite hacerse una idea de la variedad de paisajes que cubren el interior islandés. Lo mejor de este trekking mágico es terminarlo tomando un baño en alguna de las pozas termales que rodean la zona de acampada de Landmannalaugar. Ya para intrépidos queda el que algunos portales especializados consideran el sendero más bonito del mundo. Desde aquí parte una travesía de cuatro u ocho días que atraviesa las tierras volcánicas, ríos y glaciares del Parque Natural de Fjallabak hasta la costa.