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salud

Ejercicio físico, ¿enemigo o aliado en el tratamiento de los TCA?

PortalClinic | 16/04/2024 | 12:58

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos mentales que se relacionan con una conducta alterada respecto a los hábitos alimentarios, lo que se traduce en comportamientos que van desde comer de manera descontrolada hasta la falta de ingesta de comida. Suelen aparecer en la adolescencia y, en el 90% de los casos, en mujeres.
 
Según los procedimientos tradicionales, se desaconseja a las pacientes practicar ejercicio físico durante el tratamiento de la enfermedad. No obstante, nuevas investigaciones contradicen esta teoría y sugieren que realizar ejercicio físico en diferentes fases del tratamiento es seguro y que, además, aporta numerosos beneficios en personas con TCA.  
 
Los argumentos por los que los procedimientos tradicionales de tratamiento del TCA desaconsejan totalmente la práctica de ejercicio físico se fundamentan en que el ejercicio puede convertirse en una medida de control del peso y ser nociva para la salud. Además de contribuir en la cronicidad de la enfermedad, empeorar la calidad de vida y el malestar psicológico, e incluso incrementar el riesgo de conductas suicidas.  
 
Al respecto, varias investigaciones contradicen estas teorías y sugieren que el ejercicio físico puede ayudar en distintas fases del proceso.  
 
En este sentido, Brian Cook, PhD, en su revisión del 2016, explica las características que debe reunir el programa de ejercicio en el tratamiento del TCA e indica que el ejercicio no es apto para todas las pacientes, por lo que es imprescindible una valoración de la condición física y psicológica. Esto permitirá adecuar la modalidad, la intensidad y la frecuencia del ejercicio a cada persona y detectar aquellas pacientes para las que practicar ejercicio suponga un riesgo.  
 
Por su parte, la Dra. María Fernández, psicóloga e investigadora, demuestra en sus estudios que el ejercicio es seguro y aporta numerosos beneficios en personas con TCA, siempre y cuando se acompañe con una monitorización exhaustiva, un aporte nutricional adecuado y apoyo terapéutico. 
 
En definitiva, los resultados derivados de la investigación hasta la fecha son prometedores y arrojan una visión distinta de la tradicional en el abordaje de la actividad física en pacientes con anorexia nerviosa. Sin embargo, son necesarios más estudios que analicen los efectos concretos que puede tener el ejercicio en las distintas fases del tratamiento.