El día que recuperemos la esperanza, volveremos a nacer.
Alguien dijo: que mientras haya vida, también habrá esperanza. Pero aún después de está vida, es posible seguir esperando en la llegada de la resurrección.
Si alguien muere, no todo está perdido; porque aún nos falta, verlo resucitado.
Hoy nace la esperanza, de volver a mirar al ser que amamos, y creíamos haber perdido; pero Dios, le ha devuelto la vida.
Sabemos que la muerte es, la frustración más grande del hombre; porque una vez que ésta llega, acaba con cualquier plan, y anula todo proyecto.
El Señor, ha vencido a la muerte. Porque Dios es vida. Y su amor es eterno, y a los que ama, los quiere vivos.
Estamos celebrando la Pascua, es decir, que Cristo por ser hombre, murió; pero como Dios, pudo resurgir a una vida nueva.
Así también nosotros, una vez que hayamos muerto, vamos a resucitar.
Dios, nos va a resucitar, como resucitó a Cristo. Para que, desde ahí, empecemos a vivir, una vida que ya no estará en riesgo de perderse.
Dios, que es causa de todo lo que existe, nos devolverá, lo que nosotros hemos perdido: nos dará la vida, para ya no perderla.
Porque volviendo a Dios, recuperamos el ser. Y el Señor, da vida a todo lo que ama.
Hoy decimos al Señor: “Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda”. (Secuencia).
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.