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Especialistas en patrimonio rupestre de Latam y Europa en el V Coloquio Boca de Potrerillos

INAH | 26/03/2024 | 12:51

Llegado a su primer lustro de vida, el “V Coloquio Virtual Boca de Potrerillos, sobre conservación, protección y gestión de sitios con testimonio gráfico rupestre”, se ha constituido como un espacio de primer orden para la exposición de investigaciones, el intercambio de ideas y experiencias que desarrollan y aplican las y los investigadores en la materia.
 
Organizado por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del Centro INAH Nuevo León, el encuentro también aborda el desarrollo de las metodologías y estrategias de conservación y restauración encaminadas a la preservación de este tipo de sitios arqueológicos.
 
Se realiza, además, en el marco del 85 y 40 aniversarios del INAH y del Centro INAH Nuevo León, respectivamente. En esta entidad, en 1995, abrió a la visita pública la primera zona arqueológica de arte rupestre en México: Boca de Potrerillos.
 
El coloquio inició con la conferencia magistral Avances en la investigación y clasificación de los grandes murales del Arroyo del Parral y Sierra de San Francisco, a 40 años de sus primeros registros, a cargo de la antropóloga del Centro INAH Baja California Sur, María de la Luz Gutiérrez Martínez, quien recordó que, en 1982, el INAH inició en dichos lugares una investigación arqueológica de largo plazo, la cual contribuyó al conocimiento de la prehistoria regional y se aseguró su protección mediante el registro oficial de los sitios.
 
Explicó que en las cordilleras centrales de la península de Baja California se desarrolló una tradición pictórica de los grandes murales, nombre que alude a la gran escala de algunas de las pinturas rupestres que hay en las sierras de San Borja, San Juan, San Francisco y Guadalupe. Por ello, se planteó conformar un catálogo que permitiera una apreciación general y un análisis puntual de los hallazgos, lo cual se logró a través del registro sistemático de los sitios.
 
“Gracias a las continuas jornadas de campo, realizadas entre 1982 y 1992, se perfeccionó una metodología de registro en una zona tan agreste y aislada, y se documentó un alto porcentaje de los sitios de la Sierra de San Francisco”, refirió.
 
Gutiérrez Martínez agregó que, en octubre de 1991, la Sierra de San Francisco, ubicada en la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno, en Mulegé, Baja California Sur, fue incluida en los proyectos especiales del Fondo Nacional Arqueológico, lo que permitió hacer investigaciones arqueológicas en el área y profundizar en la prehistoria regional; explorar la posibilidad de identificar el papel que jugó la producción del arte rupestre en su más amplia estructura sociocultural, y desarrollar una estrategia para proteger esta importante herencia cultural. 
 
En 1993, la Sierra de San Francisco fue inscrita en la Lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y, a partir de ese momento, la gestión de ese patrimonio representó una prioridad para el INAH, destacó la especialista.
 
Un año después, se generó un plan de manejo, el cual hasta el momento ha logrado una eficaz protección de la sierra, del paisaje, los sitios arqueológicos, los petrograbados y las pinturas rupestres, mismas que se han mantenido relativamente estables, aseguró.
 
Finalmente, dijo que, para proteger la zona ante los cambios generados en la zona con la construcción de 37 kilómetros de carretera hacia la sierra, así como por el cambio climático, se han ejecutado los proyectos de Actualización del Catálogo de Sitios Rupestres en la Sierra de San Francisco y de Investigación Aplicada y Conservación de Sitios Arqueológicos con Patrimonio Gráfico-Rupestre en la Sierra de San Francisco.