Alfonso Del Real López | 26/03/2024 | 12:34
Tuve el gusto de conocer al Doctor Alejandro Zermeño Guerra a unas cuantas semanas de haberme mudado a San Luis Potosí. Fui invitado a la rectoría a un encuentro institucional que se coordinó a través de las áreas vinculadas a los temas que en aquellos tiempos eran de mi competencia laboral en el Servicio de Administración Tributaria. El encuentro fue extraordinario y déjeme explicar por qué.
Sin yo dimensionarlo, el doctor Zermeño me convidó de su amplio conocimiento y pulso de la universidad. Me habló de la comunidad universitaria, del nivel de la universidad, de sus programas de licenciatura y de posgrados, de su cobertura territorial, de su historia, de egresados, del esfuerzo institucional, de su problemática. En fin, fueron varios temas.
Recuerdo con claridad cómo me sorprendió gratamente la exposición del rector, con tanta vehemencia sobre su universidad, y lo recuerdo así porque yo me había preparado para adentrarme a algunas temáticas particulares y pensaba que podía tener una idea de las cosas; sin embargo, ese encuentro marcó una nueva visión de la universidad para mí. Alejandro Zermeño me mostró el maravilloso mundo de la UASLP, pero no un mundo color de rosa, sino un universo social con sus distintos matices.
A la postre, la responsabilidad institucional me llevó a acercarme a la universidad para pedir su apoyo en la realización de distintos eventos. Sin tapujos y sin reservas, se nos abrieron las puertas de la universidad no pensando solamente en la vinculación entre instituciones, sino pensando en el beneficio que le podríamos acarrear a la universidad, a sus alumnos, docentes y demás. En fin, esa experiencia de vinculación resultó también de mucha valía para un servidor, que me mostró la nobleza de la institución reflejada en los universitarios con los que coincidí, de distintas áreas, matices, consideraciones, pero con amor al alma máter.
Hace poco, en plática con un rector de otra universidad de la región, le transmitía mi gran y positiva experiencia en el trato con el Rector Alejandro Zermeño y la perspectiva que él me había compartido en algunos encuentros en tres grandes rubros: el fortalecimiento de la autonomía, la consolidación de la pertinencia académica, y la dinamización y espectro vanguardista de una universidad de las dimensiones de la UASLP.
Sobre el primero, el concepto lo tengo claro: pasar de la autonomía de gestión a la construcción del prisma que es la autonomía financiera no es un tema fácil ni se hace de un día para otro. Parte de una premisa de trabajo sólida en la que el centro de ello es el cumplimiento irrestricto de todos los compromisos que puede tener una instancia de educación superior para su operación, pero cruzando el factor de la constante gestión ante otras instancias, los ingresos propios, la responsabilidad presupuestaria y el orden administrativo, entre varias cosas. No se puede correr sin antes aprender a gatear y bajo esa lógica, el objetivo de la consolidación financiera no debe tomarse a la ligera sino por el contrario, darle la importancia que merece. Esa claridad es lo que marca la pauta para el trabajo constante al interior y a exterior de la institución educativa: gestión, gestión y más gestión.
Respecto a la pertinencia académica, tengo muy presentes dos matices: uno, dar la mayor cobertura a la demanda de educación superior y de posgrados, pero sin perder el alto grado de calidad que se le reconoce nacionalmente a la UASLP (me consta, yo que viví en Ciudad de México escuchaba maravillas de las facultades de medicina, estomatología, contaduría y derecho, entre otras); y dos, estar a la vanguardia en la oferta académica y los contenidos, y fortalecer la vinculación teoría-práctica en diferentes aristas, lo que generará una mayor vinculación de los universitarios con los sectores productivos, empresariales, gubernamentales y científicos, entre otros.
Finalmente, en cuanto a la dinamización y la visión de avance de la UASLP por su historia, presencia y dimensiones, es claro que la ruta de su consolidación como el referente académico no solamente de San Luis Potosí y sus regiones (sino incluso en relación con estados como Tamaulipas, Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato e Hidalgo), la obliga a asentarse como una fuerte candidata a ser eje regional y hasta nacional de actividades académicas, de investigación y de crítica social, sin perder de vista la maravillosa calidad del mundo universitario, ese conjunto de voces y mentes que a lo largo de su historia la han forjado como una verdadera casa de estudios.
Soy un ferviente creyente de la libertad de cátedra y del valor social que tienen las instituciones como la UASLP. Por eso mismo es que deseo enormemente que la comunidad universitaria construya de forma armónica, autónoma, independiente, respetuosa y visionaria la definición de su proceso de elección.
No tengo el gusto de conocer a las otras personas que aspiran a la rectoría de la máxima casa de estudio de las y los potosinos; seguro estoy de que quienes sean, deben ser personas con mucho valor universitario y, por supuesto, con las mejores intenciones con su universidad. Mis respetos absolutos. Sé que el ejercicio de elección corresponde a los universitarios potosinos y un servidor, respetuoso de las circunstancias (pero egresado de una universidad autónoma, soy egresado de la UNAM), solamente pretende expresar en estas líneas una reflexión en torno a la importancia del impulso al camino que el rector Zermeño ha trazado, por el referente universitario y personal que tengo de él: lo he visto defender a su universidad, estar atento a las necesidades de la comunidad, colocarla en el centro del debate y del interés colectivo de las y los potosinos (no solamente de los universitarios) y entender la ruta de la cordialidad con firmeza y responsabilidad para afirmar el lema: “siempre autónoma, por mi patria educaré”.
*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Administración Pública, UNAM.