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Quokka: así es el marsupial más pequeño y carismático del mundo

National Geographic | 19/03/2024 | 22:01

La fama de los quokka los ha llevado a estar amenazados en su hábitat natural y experimentar altos índices de estrés en zoológicos.
 
Flashes de cámaras. Risas. Gritos enternecidos. Miles de manos intentando cargarlos. Ante una conmoción generalizada en redes sociales, los quokkas sobrellevan una convivencia forzada con turistas de todo el mundo. Víctimas de la humanización, sus fotografías con lo que parece una sonrisa permanente son cada vez más comunes.
 
Esta fama digital le ha ganado millones de visitantes a los zoológicos australianos, que los turistas visitan con el afán de tomarse una selfie con estos animales. Sin saberlo, esta actividad está incidiendo en el comportamiento y bienestar de los ejemplares en cautiverio, que padecen de estrés crónico por la interacción con seres humanos.
 
Un marsupial en constante estrés
 
Según un estudio reciente conducido por el Animal Welfare Science Centre de la Universidad de Melbourne, los quokkas son propensos a modificar sus actividades y patrones de comportamiento al interactuar con turistas.
 
Al no ser animales domésticos, la convivencia forzada con miles de visitantes al día ha impactado negativamente su bienestar general. Después de días seguidos de constante exposición a estímulos nocivos —como el flash de cámaras o el contacto directo con personas que no los saben manipular—, se ven aterrorizados constantemente, con niveles de estrés elevados por lapsos prolongados.
 
Los quokka (Setonix brachyurus) se han puesto en exhibición para que niños pequeños y adultos por igual «jueguen» o se tomen fotos con ellos. Además de los marsupiales más pequeños del mundo, son notablemente inofensivos, por lo que representan una atracción turística para los zoológicos.
 
Una especie australiana en peligro
 
Estas prácticas son problemáticas en diversos niveles. En primer lugar, como una especie salvaje, necesita un espacio libre de seres humanos para poder desarrollarse con tranquilidad. La exposición constante a ruidos y contactos que no reconocen les asusta, produciéndoles problemas de salud a largo plazo.
 
En libertad, un quokka común puede vivir hasta 10 años. Alimentándose de plantas y algunas bayas salvajes, habitan las praderas de Australia. Sin embargo, la creciente urbanización y tala excesiva los ha llevado a ser considerados una especie amenazada, según el reporte más reciente de la IUCN.
 
En cautiverio, sin embargo, su esperanza de vida es menor. Debido a los altos niveles de estrés a los que se exponen diariamente, estos marsupiales cambian su dieta y pierden los nutrientes que necesitan para vivir. Eventualmente, mueren, después de haber sido sujetos de varias selfies de turistas internacionales.
 
Alarmadas por esta situación, las autoridades australianas han impuesto multas de hasta 2 mil dólares nacionales a quien levante, coja o intente robar a los ejemplares disponibles en los zoológicos. Aún así, los animales son maltratados y heridos en favor de estas prácticas mercantilistas. Ni siquiera las sanciones han sido suficientes para frenar esta tendencia.