El felino americano que fascinó a Salvador Dalí

Salvador Dalí, conocido por su genio creativo y su peculiaridad sin límites, encontró en un ocelote llamado Babou una compañía tan única como su propia personalidad. En la década de 1960, Dalí adoptó al felino característico de las regiones de México, Centro y Sudamérica, como su mascota, llevándolo consigo a todas partes, incluso a lugares tan insólitos como un exclusivo restaurante de Manhattan.

La historia de Dalí y Babou se convirtió en leyenda cuando el pintor surrealista decidió llevar al ocelote a cenar a un establecimiento neoyorquino, atándolo a su mesa y causando un revuelo entre los comensales. Ante la sorpresa de los presentes, Dalí declaró que Babou no era más que un gato común al que había adornado con un diseño de "op art", demostrando una vez más su capacidad para desafiar las convenciones de la realidad.

Las extravagancias de Dalí y su querido Babou no se limitaban a los salones elegantes de Manhattan. Fotografías icónicas muestran al excéntrico artista y su ocelote a bordo del lujoso transatlántico SS France, demostrando que la presencia de Babou era tan inconfundible como la de su famoso dueño.

Aunque la vida de Babou con Dalí fue breve, su legado perdura como parte de la fascinante historia del artista. Tras la imposibilidad de llevar al ocelote a España debido a las restricciones legales, Babou pasó sus últimos años en un zoológico de San Diego, California, donde recibió cuidados y vivió en un entorno seguro.