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Xochicalco, emblema del México prehispánico

National Geographic | 05/03/2024 | 18:55

En 1777, el filo?sofo y humanista Jose? Antonio Alzate recorri?a la zona de Cuernavaca en el actual estado de Morelos, -al suroeste de Ciudad de Me?xico- en busca de informacio?n para sus arti?culos, cuando un indi?gena le hablo? por primera vez de Xochicalco encareciendo la grandeza del lugar. Inicialmente Alzate desconfio?pero, despue?s de ascender un penoso camino y llegar a las ruinas de la antigua ciudad, tuvo que reconocer que sus "esperanzas hallaron ma?s de lo que solicitaba".
 
Xochicalco (la "Casa de las Flores" en na?huatl) era una ciudad prehispa?nica que florecio? a partir del siglo VIII y que, tras suabandono hacia el an?o 1100, fue convirtie?ndose en un amasijo de ruinas cubiertas por la selva. En el siglo XVI fray Bernardino de Sahagu?n la nombro? en su monumental obra Historia general de las cosas de Nueva Espan?a: "Hay [...] un edificio llamado Xuchicalco, que esta? en los te?rminos de Cuauhna?oac", escribio?, aunque no existe constancia de que el fraile franciscano hubiera estado nunca alli?.
 
SALVADA A TIEMPO
 
No parece que nadie ma?s se interesara por el lugar hasta la llegada de Alzate en 1777. En esa primera visita, Alzate confirmo? que el cerro sobre el que Xochicalco se asentaba era artificial, y destaco? su arquitectura militar y la excelente factura de sus edificios y de los relieves que los adornaban. En Xochicalco, Alzate hizo una detallada descripcio?n de la pira?mide del dios Quetzalco?atl, la estructura ma?s emblema?tica de la ciudad. Sobre un basamento con escalinata se alzaba originariamente un templo, ya desaparecido en el siglo XVIII, dedicado a Quetzalco?atl o la Serpiente Emplumada, en su advocacion de dios de las aguas.
 
Ocho de estas serpientes, primorosamente talladas, reptan sinuosamente por el peri?metro de la pira?mide. Su belleza desprotegida hizo exclamar a Alzate que "esta hermosi?sima arquitectura, que puede compararse a las pira?mides de Egipto, fue destruida por la avaricia de los duen?os o administradores de las haciendas" azucareras, que utilizaron las piedras para construir sus hornos. Alzate deseaba que "su atrevimiento permanezca en oprobio para con los amantes de la antigu?edad". Tambie?n son importantes los datos que recogio? sobre el color, hoy pra?cticamente desaparecido. Otro de los lugares estrella de Xochicalco era, y es, el Observatorio, que Alzate no pudo conocer hasta su segunda visita.
 
El 4 de enero de 1784, Alzate volvio? a Xochicalco y constato? el ra?pido deterioro del sitio, sobre todo por la accio?n de los a?rboles que habi?an "vegetado demasiado entre las junturas de las piedras, de manera que ya esta?n amenazando ruina, y es verosi?mil que en poco tiempo se desprenda de su verdadera colocacio?n". Esta vez, Alzate entro? en el Observatorio, una cueva artificial situada en la parte norte de la ciudad que, junto a otras ocho, fue excavada para obtener los materiales con los que se construyeron los principales edificios.
 
En Mesoame?rica, las cuevas ocuparon un lugar prioritario en el ritual como umbrales del inframundo y, en ese sentido, el Observatorio fue un espacio sagrado. En la parte superior de la estructura hay una abertura hexagonal por la que se canalizaba la luz que penetra en la cueva para sen?alar los momentos ma?s importantes del ciclo agri?cola y estudiar el movimiento de los astros. Este haz de luz actuaba como un potente rayo X que permiti?a observar los huesos de la mano al trasluz y envolvi?a fantasmago?ricamente a quien lo ban?aba.
 
Alzate quedo? maravillado con la experiencia y, aunque reconocio? que "los indios no conoci?an las propiedades del ima?n, o por lo menos no usaban del hierro para poder fabricar agujas magne?ticas", le asombro? la alineacio?n de los monumentos y la inclinacio?n de la claraboya del observatorio con puntos astrono?micos.
 
Alzate relato? sus descubrimientos en los dos viajes que hizo a Xochicalco en 1791, en la Descripcio?n de las antigu?edades de Xochicalco. En este trabajo, Alzate pondero? la calidad de los monumentos y contribuyo? a convertir el lugar en un si?mbolo del nacionalismo mexicano del siglo XIX.
 
CAMPO ARQUEOLO?GICO
 
El yacimiento acabo? convirtie?ndose en una atraccio?n. Lo visito? Carlota, esposa de Maximiliano I de Me?xico (1863-1867), y Julio Verne lo menciono? en su novela Un drama en Me?xico, aunque el escritor jama?s visito? el pai?s. Para facilitar el acceso al Observatorio de la emperatriz se cincelaron unos escalones en la piedra que au?n pueden verse.
 
Con todo, las excavaciones sistema?ticas del yacimiento so?lo comenzaron en el siglo XX. En 1909, el arqueo?logo Leopoldo Batres reconstruyo? la pira?mide de Quetzalco?atl con la intencio?n de hacer coincidir la inauguracio?n del yacimiento con el centenario de la independencia mexicana, pero el estallido de la Revolucio?n mexicana al an?o siguiente lo impidio?.
 
Abierta al pu?blico en 1910, Xochicalco no ha dejado desde entonces de ser estudiada ni visitada. Desde 1993, Norberto Gonza?lez Crespo, director del Proyecto Xochicalco, dio un enorme impulso a las investigaciones arqueolo?gicas en el yacimiento. Se han descubierto asi? varias calzadas, juegos de pelota, temascales (ban?os de vapor) y la subestructura de la pira?mide de Quetzalco?atl, en cuyas esquinas hallo? interesantes ofrendas, como un adolescente enterrado con su perro. En 1996 se inauguro? el Museo de Sitio de Xochicalco. Finalmente, en 1999 el yacimiento fue reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
 
Hoy sabemos que Xochicalco surgio? hacia el an?o 700 y se desarrollo? durante el Epicla?sico (700-900), un peri?odo caracterizado por el surgimiento de ciudades construidas en lo alto de las colinas para defenderse de los frecuentes conflictos. Este fue el caso de Xochicalco, fundada sobre un cerro artificial, con murallas y fosos. En la acro?polis se levantaron los monumentos ma?s importantes –plazas, pira?mides, templos y palacios–, y en sus terrazas se acomodaron los barrios donde vivi?a y trabajaba la poblacio?n que la sustentaba. Pese a que estuvo habitada apenas cuatro siglos, Xochicalco se convirtio? en un importante centro poli?tico, religioso y comercial.
 
Tras ma?s de cien an?os de estudios ininterrumpidos, Xochicalco sigue rodeada de interrogantes. ¿Quie?nes la crearon y por que? la destruyeron? ¿Cua?l fue su papel en el complejo devenir poli?tico de la regio?n? ¿Rememora la pira?mide de Quetzalco?atl el nacimiento del tiempo mesoamericano? Los arqueo?logos tienen todavi?a mucho que investigar en el corazo?n de la "Casa de las Flores".