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Super Bowl LVIII

Clara Villarreal | 13/02/2024 | 12:15

En la victoria y en la derrota, el auténtico triunfo se encuentra en el amor y la fortaleza de la unión de la familia.

Mi abuela materna, María Elisa "Mariza", encontraba gran placer en ver la televisión, especialmente durante la transmisión de los juegos de la selección mexicana, las peleas legendarias de Julio César Chávez o los deslumbrantes concursos de Miss Universo. Siempre nos extendía; a todos sus nietos, una cálida invitación para acompañarla en estos momentos, pero sin lugar a dudas, uno de sus mayores deleites era seguir los partidos de los 49ers de San Francisco y su destacado quarterback Joe Montana. Este equipo, al que mi hermana Loreto y yo nos convertimos; desde la infancia, en fervientes seguidoras, siempre ocupó un lugar especial en el corazón de nuestra abuela, y ahora, honramos su memoria manteniendo viva su pasión por el fútbol americano.

Por obra del destino o quizás guiados por el espíritu travieso de nuestra amada abuela desde el más allá, el pasado 11 de febrero, mi hermana, dos de sus hijos, (uno de ellos fanático de los 49ers) y yo tuvimos el privilegio de estar presentes en el Estadio Allegiant de Las Vegas para presenciar uno de los eventos más destacados del mundo del entretenimiento: el Super Bowl LVIII. En este escenario majestuoso, nos encontramos frente a frente con la emoción y la intensidad del encuentro entre nuestro equipo los 49ers de San Francisco y los Chiefs de Kansas City.

El Super Bowl, el evento que trasciende lo deportivo para convertirse en un espectáculo global, nos regaló una experiencia inolvidable, una oportunidad para conectarnos aún más con la pasión que compartimos por nuestro equipo. Aunque el marcador no nos favoreció esta vez, el fervor y la emoción que vivimos en el estadio fueron incomparables. Cada jugada, cada momento de tensión, nos recordó que la vida está llena de altibajos, de victorias y derrotas, pero lo importante es mantenernos unidos, disfrutar cada instante y seguir adelante con determinación y optimismo.

Así como mi abuela Mariza nos enseñó a disfrutar de los pequeños placeres de la vida y a encontrar alegría en las cosas simples, este Super Bowl nos recordó la importancia de valorar cada experiencia, por grande o pequeña que sea.

Por eso, a pesar del resultado final, nos sentimos agradecidos por haber sido parte de este emocionante capítulo en la historia del fútbol americano. Nos llevamos no solo recuerdos inolvidables, sino también la certeza de que, con amor, pasión y unidad familiar, siempre podremos superar cualquier desafío que la vida nos presente.

Que esta experiencia nos inspire a seguir persiguiendo nuestros sueños con determinación y a encontrar la felicidad en cada momento, así como mi abuela Mariza encontraba alegría en los pequeños detalles de la vida. Porque al final del día, lo que realmente importa no es el resultado final, sino el amor y la conexión que compartimos con quienes nos rodean. Recordemos que en la victoria y en la derrota, el auténtico triunfo se encuentra en el amor y la fortaleza de la unión de la familia.

Este viaje fue dedicado a la memoria de mi abuela y a su pasión por los pequeños placeres de la vida.

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