El diseñador Anthony Rubio presentó este domingo en el espacio de una antigua sinagoga de Nueva York su inusual y excéntrica colección de moda de alta costura para perros, quienes desfilaron en la pasarela ante la atenta mirada de más de una veintena de espectadores.
La fundación Ángel Orensanz -una sinagoga comprada por el escultor español del mismo nombre, que la reconvirtió en una sala de usos culturales- acogió a once perros que lucieron los conjuntos de la nueva colección de Rubio, ‘Everything’s coming up roses’ ('Todo se transforma en rosas'), pensada para la época primaveral y marcada por los motivos florales que decoraban los atuendos de los caninos.
“Hemos vivido momentos difíciles, y el nombre de la colección hace alusión a que tras eso siempre hay algo positivo y feliz. Con mi ropa, yo quiero que todo el mundo esté feliz”, expresó a EFE Rubio, nacido en Nueva York y de ascendencia puertorriqueña.
En el backstage, antes del desfile, modelos humanas y perrunas esperaban salir a la pasarela con los nervios a flor de piel, especialmente algunos caninos, que a pesar de los comentarios tranquilizadores del diseñador (que aseguró que las mascotas disfrutaban la actividad), temblaban en brazos de sus dueñas.
Sin embargo, Rubio aseguró que a los perros “les encanta” actuar para sus 'padres' y 'madres' e incluso desfilar en la pasarela: “La gente tiene que entender que no forzamos a los animales a llevar la ropa”, insistió, consciente de la sensibilidad en esta ciudad sobre los derechos animales.
“Los perros son más fáciles que los humanos, nunca se quejan. Yo diseño para su comodidad y seguridad. La ropa es transpirable, los perros pueden ir al baño sin quitarse las prendas, todo está hecho teniendo en cuenta su comodidad”, explica.
En el desfile, varios maniquíes (en su mayoría mujeres) llevaban en brazos o paseaban con una correa a los caninos -los auténticos protagonistas de la pasarela- que vestían prendas de colores chillones, en contraposición con los tonos oscuros de la ropa de sus paseadores.
Los canes vestían atuendos de todo tipo, desde gorros y capas hasta elegantes abrigos y chaquetas, que salieron a la venta para los clientes habituales de la marca por precios que no bajaban de los 300 dólares. Las prendas ya se han agotado: “Yo priorizo a mis clientes, ellos compran la ropa y yo traigo a sus perros a los desfiles”, explicó el diseñador.
Unos ‘influencers’ algo distintos
La mayoría de los protagonistas del desfile de Rubio empezaron a desfilar con apenas unos meses de vida y se han convertido en una especie de 'influencers' que tienen cuenta de Instagram e incluso participan en campañas publicitarias.
“Me encanta ir a los shows de la Fashion Week y es divertido que él venga conmigo.”, dijo Annie sobre su perro Guizmoin, de tres años, del que asegura que “ya está acostumbrado” a los focos porque lo introdujo en el mundo de la moda con sólo seis meses.
Todas las dueñas coincidieron en que sus mascotas adoran los focos, la moda y las pasarelas y afirmaron sin dudarlo que se sienten cómodos frente a las cámaras. Lo cierto es que, a la hora de desfilar, casi ninguno pareció estar a disgusto, a excepción de Yoda, un pequeño perro de raza crestado chino que no dejó de temblar ni en el backstage ni en la pasarela.
Cabe destacar que muchos de los modelos perrunos eran adoptados, acorde con los valores del diseñador, quien insta a no comprar animales: “Ellos no eligen nacer y la gente los compra porque quieren tener un perro de una raza específica y luego se cansan de ellos y los abandonan”, denuncia.
En línea con esta reivindicación, parte de los fondos recaudados en el desfile estaban destinados a varias organizaciones que se encargan de rescatar animales, según explicó Rubio.