Jueves 2 de Mayo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Cuidado con el brillo, no necesariamente es oro

José Luis Solís Barragán | 21/01/2024 | 23:11

Las democracias liberales fueron por décadas una referencia obligada de la aspiración sobre a donde debían dirigirse los Estados-Nación, el empoderamiento del ciudadano, el control del poder, Estado de Derecho, Derechos Humanos, entre otros conceptos, se fueron asociando a la idea del poder del pueblo.

Sin embargo, el sistema democrático con el paso de los años ha perdido legitimidad; muchas pueden ser las razones, pero se puede destacar dos: que las soluciones a los problemas públicos no han resultado tan fáciles de aplicar, así como que las brechas de desigualdad social no se reducen, e incluso en algunos casos hasta se ensanchan.

Se debe señalar que, si bien las democracias liberales pierden legitimidad, sus caídas ya no se dan derivados de golpes de Estado o cuartelazos, sino que las propias reglas de los sistemas políticos han llevado al gobierno a personajes que desde las entrañas de la representación popular han derribado sistemas políticos.

Partir de la tesis de que la democracia puede morir por los caminos que por ella se recorren, plantea diversas interrogantes e inquietudes, toda vez que se reconoce la necesidad de existir de forma permanente un análisis desde la ciudadanía que impida que el Estado, comience un recorrido por veredas sinuosas que nos hagan perder el rumbo democrático, lo cual implicaría reducción de bienestar, pérdida de libertades y sobre todo de Derechos.

Las democracias que han caído ante sus propias garras no tropiezan ante discursos que orientan rumbo a las dictaduras, es más, algunos autores han evidenciado que en esos momentos de oscuridad, la percepción generalizada es que la democracia se consolida, incluso a través de políticos que modernizan el concepto de: ”El Estado soy yo”.

Una de las principales causas que carcome a las democracias, es el populismo, ello no tiene nada que ver con principios ideológicos de izquierda o derecha, de libre mercado o estatismo, ni de conservadores o liberales; el populismo es asumirse como firme representante de la supremacía popular y generalmente se acompaña del diseño de ideas sencillas, pero irracionales para solucionar problemas complejos, ello en razón del maniqueísmo que utiliza como herramienta, además del carisma del liderazgo que empuja la visión simplista.

Es importante señalar que la democracia y la visión de libre mercado que fueron la visión política y económica preponderante del orbe en las últimas décadas no logró atender muchos de los problemas principales que perciben las sociedades; por lo que ante ello un cambio de visión parecía obligado; es en este punto de inflexión, en el que ciertas posturas populistas han encontrado eco en el electorado, ello sin importar que como nación se estén dando saltos al vacío.

Las crisis democráticas quizás puedan parecernos lejanas, incluso si se considera que hay un sector poblacional que aceptaría renunciar a la democracia si un nuevo sistema resolviera los problemas de fondo; pero el problema es que como sociedad nos dejemos engañar con discursos maniqueos entre buenos y malos y ante espejismos que parezcan oro.

Estamos en pleno proceso electoral y todo apunta a pensar que las elecciones versarán sobre ocurrencias para resolver problemas complejos, sobre ideas sin pies ni cabeza que se pintarán como la panacea del diseño de políticas, y sobre todo, la contraposición de dos visiones que se asumen como excluyentes y que impiden puntos de reflexión que partan del principio que todos queremos un mejor país.

Es sin duda este proceso electoral un paso fundamental para la democracia mexicana, el ciudadano debe asumir su papel central y responsabilizarse del futuro de México; y ello parte de la base de ser un duro crítico sobre los problemas y las soluciones que se plantean, sobre el comportamiento de las personas que aspiran a ocupar un cargo de elección, así como de la conducción de las autoridades durante el proceso.

El ciudadano debe aceptar que no todo lo que brilla es oro, que hay ideas que pueden ser bastante atractivas para un futuro inmediato, pero que toda acción del Estado tiene un costo y un resultado, comprometer las finanzas públicas de más, implicará un futuro acompañado de devaluación, inflación y la quiebra del Estado.

El ciudadano debe reconocer que los temas que más duelen al país no sólo no se resuelven, sino que se agudizan; ello implica que más allá del momento cómico que pueda darnos una declaración o una ocurrencia, debemos evaluar la capacidad real que podría articularse para dar una respuesta a temas como pobreza, inseguridad, corrupción, entre otros.

Esta semana cerraron las precampañas, y pese a que pasan los meses, no se ve un proceso electoral que vaya a desarrollarse con altura, por el contrario son pequeños relámpagos de ocurrencia e ideas, pero ante ese brillo, es mejor tener cuidado, porque como dice el viejo refrán: no todo lo que brilla, es oro.

@josesolisb