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El PRI de nuestros días

José Luis Solís Barragán | 24/12/2023 | 10:34

Es difícil imaginar la historia política de México sin tener una noción del Partido Revolucionario Institucional (PRI), su origen como aglutinador de cacicazgos locales e ideales revolucionarios, su masificación a través de sus sectores y organizaciones; así como el desplazamiento de la hegemonía discursiva revolucionaria, por la lógica neoliberal.

El PRI es el partido que permitió la transición del cacicazgo personal, al institucional; fue el artífice de un sistema político con evidentes rasgos autoritarios, pero con ropajes democráticos que dieron una estabilidad política que permitió llevar a México a ser referencia obligada para América Latina.

El PRI se construyó de la mano del Poder y para el beneficio del mismo, su vinculación al Estado era su razón de ser y existir, se convirtió en el mayor instrumento legitimador de la llamada “dictadura perfecta”, y por sus venas se encauzaron cambios estructurales que, en una democracia real, hubiesen representado una crisis política y social.

Sin embargo, el partido hegemónico se constituyó por personas, seres de carne y huesos con ambiciones y defectos; una institución que se acerca a su centenario de creación es evidente que debió atravesar crisis y con ello generado grietas, sobre todo cuando la sangre democrática no logra permear la pesada estructura de cacicazgo revolucionario.

Por el PRI han pasado múltiples liderazgos, algunos destacados como Jesús Reyes Heroles y Carlos Alberto Madrazo Becerra; así como impresentables como Alejandro Moreno Cárdenas y Humberto Moreira Valdez; pero sin duda alguna, hoy el Partido atraviesa la peor crisis de su historia y su dirigencia ni si quiera muestra un pequeño interés por generar los cambios que permitan evitar la profundización de los daños que se le generan.

Es una pena para el partido que en este momento su dirigente sea Alejandro Moreno, su mezquindad y ambición lo convirtieron en el factor de ruptura; su falta de credibilidad no sólo pone en riesgo al instituto político, sino una alianza que se construye bajo el discurso del combate al autoritarismo, y como necesidad de la democratización del país.

Alejandro Moreno tiene mucha responsabilidad en la crisis que se agrava día a día, pero no se puede negar que la falta formación de cuadros comprometidos con las ideas y visiones de un partido que se asume heredero de la revolución e impulsor de la justicia social, ha permitido que sus liderazgos transiten a otro instituto político, solo por la ambición de buscar un espacio o incluso por impunidad.
¿Qué méritos tenía Alejandro Murat para ser Gobernador de Oaxaca? ¿Qué convertía a Quirino Ordaz Coppel, en el cuadro ideal para encabezar el gobierno de Sinaloa? ¿Qué compromiso con los ideales de la revolución tenía Omar Fayat Meneses para ser postulado para ser titular del Ejecutivo en Hidalgo?

Muchos ejemplos podemos encontrar de hombres y mujeres que hicieron una carrera política de la mano de los ideales de la revolución, sin embargo, llegado el momento de las definiciones, prefirieron buscar trabajo o la protección del nuevo “jefe de las instituciones”.

Nadie se engañe pensando que Alejandro Moreno abona desde su posición para solucionar los problemas del partido, así como tampoco se pretenda decir que es el único responsable; la realidad es que la crisis del PRI se gestó desde hace décadas, se sacrificó la identidad revolucionaria por la llegada de una visión economicista, se sacrificó la formación de cuadros para dar más espacios a los chambistas que su único mérito era la lealtad al titular del poder en turno; y ante todo eso, vaciaron de contenido al partido de la revolución.

Ya es común leer la noticia de que diputados, alcaldes, senadores y hasta gobernadores abandonan al PRI, van en busca no de ideales, van en busca de trabajo o protección; cada día vemos la realidad de un PRI que no es ni la sombra de lo que un día fue.

Alejandro Moreno seguirá con el control del partido, se repartirá para él y sus cuates las posiciones que podrán conseguir en la elección; pero su corta visión no le permitirá ver que es obligado regresar a formar cuadros militantes y a generar cercanía con la ciudanía, ya que de no hacerlo la crisis podrá culminar en la extinción de la mascara del dinosaurio, no del espíritu del partido hegemónico, ya que ese, sólo se transformó y se vistió de ropajes diferentes.

Era común pensar que el fin del PRI caería a manos de la democracia, pero la realidad es que lo están matando los priistas que fueron parásitos en busca de poder, que asumieron que el Partido sólo era un instrumento para cumplir deseos personales, de ahí el cansancio de los militantes que afirmaban: ganamos la elección, pero perdimos el gobierno.

P.D. Mis mejores deseos para ustedes y sus familias en esta Navidad, esperando que sea un momento de paz y bendiciones para todos.

@josesolisb