Eduard Seler falleció en la ciudad de Berlín el 23 de noviembre de 1922. Una ceremonia fúnebre, sencilla de acuerdo con sus deseos y los de su esposa, dio término a la carrera fecunda y sustancial de aquel hombre único. En su despedida, frente a su ataúd, hablaron el historiador Dietrich Schäfer por la Universidad de Berlín, el profesor Penck por la Academia Prusiana de Ciencias y por el Museo de Etnología y sus discípulos, el Dr. Walter Lehmann; sus cenizas fueron depositadas en una urna, copia de una prehispánica mexica que la viuda encargó a un escultor berlinés, sus restos fueron inhumados en el mausoleo familiar de Steglitz, donde tiempo después también se depositarían los restos mortales de su compañera de vida, su esposa Caecilie Seler-Sachs. La noticia causó conmoción en México, el medio científico ponderó la gloria del difunto sabio berlinés con grandes encabezados en los diarios ¡había muerto el fundador de los estudios precolombinos mexicanos y americanos en Alemania! El Museo Nacional (antecesor del MNA), cerró sus puertas durante tres días, nadie, desde entonces, ha tenido un homenaje póstumo con estos honores. Cien años después, ningún medio académico mexicano conmemoró esta fecha.
Fuente: Richard Andree (Hg.): Globus – Illustrierte Zeitschrift für Länder- und Völkerkunde, Band 72. Verlag von Friedrich Vieweg und Sohn, 1897).
Los aportes de Eduard Seler a los estudios mesoamericanos han sido reconocidos durante décadas, su influencia en las ciencias antropológicas fueron destacadas por personajes como Alfonso Caso (1949), Jiménez Moreno (1949), Martínez del Río (1949), Linga (1949), Nicholson (1973), Ignacio Bernal (1979), Sepúlveda y Herrera (1992), Felipe Solis (2003), Yolotl González (2003), entre otros. Una última valoración histórica de su obra y la de su esposa Caecilie, se realizó en un coloquio internacional celebrado en la ciudad de México en el año de 1999 con motivo de los 150 años de su nacimiento. Es considerado el sucesor de Alexander y Wilhelm Humboldt y en este sentido, tanto Seler como Konrad Preuss, fueron quienes cerraron el círculo de americanistas alemanes que ambos hermanos iniciaron.
Lo cierto, sin embargo, es que al día de hoy, Eduard Seler, es un personaje poco conocido en nuestro país, situado básicamente en un periodo fundacional de la arqueología mexicana, como precursor de esta disciplina, fue el primer director de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americana (EIAEA), iniciador del estudio sistemático de los códices mesoamericanos; sobre la historia de su vida y las estancias que realizó en México existe una amplia literatura, pero no así sobre su basta obra, dispersa en bibliotecas y archivos en Alemania, aún no compilada en su totalidad y la mayoría sin traducción al español. Una parte de su biblioteca se perdió cuando su casa fue parcialmente destruida durante un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial.
Tomado de Hanffstengel, 2003:295
La totalidad de sus artículos fueron publicados en los cinco volúmenes de sus “Tratados recopilados sobre las lenguas indígenas y la historia antigua de las Americas”. Sin embargo, los trabajos que fueron más importantes para él, las traducciones del Popol Vuh y el códice Florentino de Fray Bernardino de Sahagún, no fueron publicados sino tiempo después; Seler era consciente de la enorme importancia del libro de Sahagún e intento? en vano financiar una edicio?n y traduccio?n, el aislamiento científico que vivió Alemania durante la Primera Guerra Mundial se lo impidió. La única edición en español de los “Tratados” de Seler es un compendio original aún sin publicar[9], fue traducido por Eulalia Guzmán y se encuentra en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH).
Tomado de Hanffstengel, 2003:295
Precisamente, el desconocimiento de su obra en nuestro idioma, sumado a rupturas y cambios de enfoque en la investigación arqueológica, el gradual abandono y desinterés por el estudio de los códices, en general de la fuentes documentales por parte de los arqueólogos mexicanos, quienes optaron por el materialismo histórico y las corrientes norteamericanas, además del marxismo, a partir de los años sesenta del siglo XX, misma época en la que apareció el trabajo sobresaliente de Karl Anton Nowotny “Tlacuilolli” (1961), el cual cambiaría el curso de la investigación de los documentos pictográficos mesoamericanos superando las interpretaciones alcanzadas por el mismo Seler, éstos y otros factores, redujeron las contribuciones del americanista berlinés a campos muy especializados de la epigrafía, codicología, lingüística y filología, pero no en la arqueología.
Foto de Caecilie Seler-Sach
Georg Eduard Seler nacio? el 5 de diciembre de 1849 en el entonces prusiano Crossen an der Oder (actual Krosno Odrzan?skie, Polonia), fue el tercer hijo de cuatro de una familia modesta de maestros, el joven Eduard era de complexión delicada pero dotado de una memoria extraordinaria, en la escuela fue siempre el primero en su clase, ello le valió una beca en el renombrado Colegio de Humanidades Joachimsthal de Berli?n, posteriormente, fue aceptado en la Universidad de Berli?n; como no podía sufragar los gastos de sus estudios tuvo que sufrir muchas privaciones, su salud comenzó a resentirse y se vio obligado a aceptar el puesto de preceptor en la casa del general von Winterfeld, ayudante personal del príncipe Alejandro de Prusia; en 1875 se recibió como profesor de enseñanza superior en ciencias naturales, pero por motivos de salud, so?lo pudo ejercer algunos años, en 1879 le atacó un grave padecimiento gástrico, tuvo que separarse del servicio escolar, regresó a Crossen con su madre, tiempo después, por recomendación de su médico, se fue a vivir con su hermana Teresa en Trieste, una ciudad con clima cálido que le favorecería en su recuperación, aquí continuó sus estudios sobre lenguas y lingüística indoeuropea.
Fuente: INAH
El liceo de la Alemania de entonces se encontraba fuertemente orientado hacia la filología clásica, lo cual le proporcionó a Seler bases muy sólidas para incursionar en otros campos de investigación; participó en la traducción y edición de una obra de Marquis de Nadaillac sobre la prehistoria de América publicada en francés en 1883, fue entonces que enfocó su mirada hacia México, con particular interés en la lengua maya y en el náhuatl. En 1885 contrajo matrimonio con Caecilie Sachs , quien procedi?a de una familia acomodada y debido a la deasahogada posición de su esposa, pudo vivir como investigador independiente sin preocupaciones materiales, se ofreció como colaborador de la Sección Americana del Museo Real de Etnologi?a de Berli?n (hoy Museo Etnolo?gico), fue primero asistente científico no asalariado, después fue nombrado subdirector (1892) y finalmente jefe de departamento de América (1904); su primer estudio sobre códices mesoamericanos fue: “Códices mayas y dioses mayas” (1886), un año más tarde apareció su artículo “El Códice Borgia y los códices pictográficos aztecas emparentados” (1887). En este estudio, Seler identificó un pequeño grupo de códices relacionados regional y temporalmente, a los cuales nombró como “grupo Borgia”, denominación que todavía prevalece.
Fuente: Rutsch 2007:277-Instituto Iberoamericano
Eduard Seler inauguró la docencia en arqueología en México, pero sus aportes son menores en este ámbito si los comparamos con las contribuciones que realizó al estudio de los códices mesoamericanos, sobre lo cual, también fue precursor. Desde hace más de cincuenta años se han venido cuestionando y con razón, muchas de la interpretaciones realizadas por Seler debido a su obsesión por encontrar significados astronómicos en los códices, Karl Nowotny demostraría que los documentos calendáricos interpretados por Seler como astrales, en realidad tuvieron una función mántica (adivinatoria). El aporte central de Seler, no se encuentra en la orientación que quiso darle a estos estudios, sino en el método o sistema que empleó para encontrar patrones en las pictografías, confrontarlas con las fuentes escritas, como el códice Florentino de Sahagún y proponer interpretaciones que hasta el día de hoy se han mantenido sólidas. “Su enfoque básicamente crítico, su minuciosidad y su notable amplitud de conocimientos, dieron un valor especial a casi todos sus trabajos”.